El 1 de febrero de 2021, los militares derrocaron al gobierno civil de transición y tomaron el poder. Desde entonces, más de 1.500 personas han muerto en protestas, 12 mil han sido detenidas y 400 mil han sido desplazadas. Hoy en día, se siguen formulando acusaciones contra la líder detenida, Aung Sang Suu Kyi, mientras Occidente prepara nuevas sanciones.
El cardenal, arzobispo de Yangon, lanza un llamamiento a los militares del país para que pongan fin a la violencia, y pide al movimiento democrático y a los grupos étnicos armados que se esfuercen por alcanzar la paz. Su último llamamiento se produce tras un brutal ataque de las fuerzas militares el día de Navidad.
En medio del deterioro del escenario humanitario, con mayor número de desplazados, una crisis alimentaria y el aumento de las infecciones por Covid, Naciones Unidas ha prometido su solidaridad y presencia constante con la población.
Un nuevo llamamiento y una profunda oración al Señor para que dé consuelo al pueblo birmano. En su homilía dominical, el Arzobispo de Yangon se dirigió a la población debilitada por las emergencias a distintos niveles: Covid, falta de oxígeno y medicamentos, conflictos, violencia y asesinatos, colapso económico y desempleo.
El relator especial sobre los derechos humanos en Myanmar exhorta a la comunidad internacional a dirigirse al sector de la extracción de petróleo y gas, para quitarle recursos al golpe militar. En el terreno se registra un ataque de los militares a la ciudad de Depayin, con más de 40 muertos según testigos locales.
Un nuevo grito de dolor por el sufrimiento infligido por la sangrienta represión de la junta militar birmana, pero también una invitación a los birmanos a no perder la fe y la esperanza en la ayuda de Dios para el retorno de la paz en el país, fue lanzado el domingo por el cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Yangon y presidente de la Conferencia Episcopal birmana.
En el país asiático hay más de 700 las víctimas a causa de la represión de las manifestaciones contra la junta militar que tomó el poder el pasado 1 de febrero y depuso a la líder democrática Aung San Suu Kyi. El Cardenal Bo: “El país está viviendo un verdadero Vía Crucis, llamo a la misericordia”.
Los obispos de Bangladesh también se unen a los llamamientos cada vez más urgentes para que se ponga fin a la brutal represión militar en Myanmar. En un comunicado publicado por la Comisión de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Bengalí —informa la agencia Ucanews— los prelados se solidarizan en la oración con el pueblo birmano y sus aspiraciones de democracia.