Haciendo balance de estos más de 35 años, Hilda reflexiona sobre cómo ha evolucionado el Servicio Jesuita a Refugiados, sin olvidar sus cimientos en la visión del P. Pedro Arrupe.
San Ignacio nos dijo que actuáramos con la generosidad de Jesús, que lo dio todo, incluso su propia vida, para que otros puedan tener una vida, y la aprovechen al máximo.
Los Centros Arrupe del JRS se enorgullecen de contribuir a empoderar a las mujeres para que sean generadoras de cambios en sus familias y comunidades gracias a la seguridad económica.
“Frente a las inhumanidades indescriptibles, Pedro Arrupe pudo dar testimonio del humanismo, de la profundidad de la esperanza, que es la contribución adecuada de los cristianos a la cultura, a la política y al ecumenismo”.