La vida consagrada, en el fondo, es algo muy sencillo y fácil de entender: es una manera de vivir la libertad, es un modo de vivir la pasión por Dios y por sus cosas, es una forma de decir «sí».
La comunidad de Taizé ha acogido durante años a refugiados de Vietnam, Ruanda, Bosnia, Irak, Siria y, más recientemente, a grupos de jóvenes subsaharianos y afganos de origen musulmán procedentes de los campamentos desmantelados de Calais, en Francia.