Algunos empresarios y empresarias nacen por vocación, porque un día, quizá dentro de una crisis, una enfermedad o una depresión, escuchan una voz buena que pronuncia su nombre.
No acabamos de creernos que el responder a la pregunta vocacional de un modo superficial, o contentándonos con mínimos, también tiene sus consecuencias en la plenitud de nuestra vida.