Aborto y Estado

Sr. Director:

En vista de la preocupación por los derechos humanos y la ética, que ha distinguido a revista Mensaje, deseamos hacerle llegar la siguiente opinión.

Frente a la propuesta de despenalizar el aborto hasta las catorce semanas, aprobada en la Cámara de Diputados, tenemos la convicción de que, desde la fecundación, ya existe un ser, nuevo y distinto. Toda persona ha pasado por este primer e imprescindible estado para alcanzar su pleno desarrollo. A partir de ese instante ya se es, y se tiende a la existencia desde esa mínima humanidad, aún sin conciencia, sin sistema nervioso ni corazón diferenciado.

Cuando se pretende acabar con la vida de un ser tan indefenso y frágil, el que ni siquiera tiene la oportunidad de defenderse, con toda energía debemos hacer realidad el respeto irrestricto, y sin distinción alguna, por los derechos humanos de todas las personas.

Hay muchos testimonios de hijos no deseados que agradecen profundamente habérseles dado la posibilidad de vivir, así como casos en los que durante el embarazo la madre acepta su situación y termina amando y deseando tener ese hijo.

Sin duda, debemos hacernos cargo de lo que debe soportar la mujer con un embarazo no deseado. Por ello, si la madre percibe como única solución el aborto, es preciso brindarle desde el primer momento toda la ayuda psicológica y material que se requiera. Si la premisa es que esa vida nazca y se conserve, no puede autorizarse el asesinato de un inocente. Pero es el Estado el que deberá garantizar todo el apoyo y bienestar a la madre y al hijo durante el embarazo y tras el parto, acogiéndolo inmediatamente desde el momento de su nacimiento, para luego ser adoptado dignamente. Ello, no obstante la participación de organizaciones y fundaciones privadas, quienes deberían ser supervisadas y subsidiadas por el Estado.

Habrá que agilizar y perfeccionar las formas de adopción, pero, en todo caso, bajo la responsabilidad y tuición directa del Estado —garante de los derechos humanos— con una legislación eficaz y respetuosa sobre la dignidad y atención debida a los menores.

Es indispensable, además, considerar seriamente la urgencia de prevenir embarazos no deseados, fomentando e implementando una educación sexual a los padres y a la juventud que enseñe efectivamente y permita asumir la responsabilidad que conlleva la intimidad y relación entre parejas.

Sin embargo, la mejor alternativa seria entender desde muy jóvenes lo que significa tener hijos y la alegría, satisfacción y riqueza de la paternidad y maternidad, únicos y capaces de crear vida humana. Si así fuera, no estaríamos discutiendo ahora sobre el aborto.

Marta Cruz-Coke M.
María Del Pilar Ossa O.
Patricio Gross F.

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