Aliento del Papa a artistas del espectáculo itinerante: sean mensajeros de la alegría de Dios

Es una vocación que se vuelve enseguida misión: la misión de ofrecer a la gente, a los niños, pero también a los adultos y ancianos, ocasiones de diversión sana, limpia: diversión sana y limpia, sin necesidad de ir a lo bajo para buscar material de diversión.

El Papa Francisco destacó con gran aprecio el valor social del mundo del espectáculo itinerante, alentando a los representantes de la Asociación italiana que reúne a los que trabajan en el sector ANESV, con un pensamiento especial a los niños, a los ancianos y a los enfermos.

Conociendo las dificultades que afrontan, los invitó a no desalentarse, a proseguir su camino, para que “nuestras ciudades no pierdan el gusto de la peculiar belleza de su arte y de su alegría”, sin olvidar su fe y la importancia de la familia: “El vuestro es un camino que, gracias a Dios, está iluminado por la fe, una fe que viven sobre todo en familia, y ello es muy importante: la familia en camino con Dios, animada por la confianza en la Providencia”.

Tras desear que puedan encontrar siempre en los lugares a donde van parroquias acogedoras, el Santo Padre recordó su encuentro anterior, en junio de 2016. Y antes de su bendición y de encomendarlos al amparo de María, nuestra Madre, para que los acompañe siempre en su caminar y en los lugares donde se detienen, reiterando que son “artesanos de la fiesta, de la maravilla y de lo bello…, llamados a alimentar sentimientos de esperanza y de confianza”, el Papa aseguró que prefiere esta forma de arte y belleza artesanal a “la que producen las grandes potencias de la diversión, que resulta algo ‘aséptica’ y poco humana”: “Les confieso que prefiero la de ustedes, que perfuma mayormente de estupor, de encanto y que, sin embargo, es fruto de horas y horas de duro trabajo. Un carrusel nunca acaba de maravillar, genera una alegría dulce, en los pequeños y en los grandes. También los grandes vuelven a encontrar la alegría de la infancia, vuelven a las raíces, a la memoria de la infancia.

En efecto, la vocación de vuestra vida y de vuestro trabajo es alegría. Pienso que, si nos remontamos al origen de vuestras ‘caravanas’, encontramos siempre a alguien —un abuelo, una abuela, un bisabuelo…— que se apasionó por ese tipo de espectáculo, y sintió una vocación alegre y por ello estuvo dispuesto a grandes sacrificios. Es una vocación que se vuelve enseguida misión: la misión de ofrecer a la gente, a los niños, pero también a los adultos y ancianos, ocasiones de diversión sana, limpia: diversión sana y limpia, sin necesidad de ir a lo bajo para buscar material de diversión.

Y en esta vocación y misión ¿cómo podría faltar la mano de Dios? Dios nos ama y quiere que seamos felices. Dondequiera que haya una alegría simple, limpia, está su huella.

Por ello, si sabrán conservar estos valores, esta genuinidad y sencillez, ustedes serán mensajeros de la alegría que le gusta a Dios y que viene de Él. (CdM – RV)

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Fuente: http://es.radiovaticana.va

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