En las ciudades que surgen en las riveras del río Amazonas, el virus ha invertido el sentido de la lógica de la vida: la gente no va más al hospital a curarse, son los médicos los que se han convertido en pacientes, y en una región donde se producen enormes cantidades de oxígeno, se muere gente asfixiada sin poder respirar. El Covid-19 está registrando un impacto devastador en la Amazonía.
“Pensar en la llegada del Covid-19 a nuestra triple frontera fue algo que no se había pensado, sin una preparación previa desde nuestras direcciones centrales… Jamás se consideró en forma exigente, indispensable y obligatoria la protección del personal, jamás se consideró la necesidad de mejorar nuestro sistema de salud”, son algunos fragmentos de la misiva que la Licenciada en Enfermería, Lady Diana Rivera, encargada del puesto de salud “Santa Rosa”, en la localidad ubicada en los límites entre Perú, Brasil y Colombia, concretamente entre las ciudades de Leticia y Tabatinga, dirige al Presidente del Perú, Martín Vizcarra, y en la cual narra la dramática situación que atraviesan los pobladores indígenas de la Amazonía a causa del coronavirus.
EL AVANCE DEL COVID-19 EN LOS TERRITORIOS AMAZÓNICOS
Como estaba anunciado, el avance del Covid-19 en la Amazonía causaría estragos, sea por la falta de prevención, sea por el precario sistema de salud en esta región. Según el monitoreo diario que viene realizando la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) —que desde el 17 de marzo pasado ha activado un “mapa de casos confirmados”— hasta este 11 de mayo, se registran 45.081 casos positivos confirmados, con un total de 2.766 fallecidos. Los datos se basan en la información obtenida de las Autoridades de salud de los 9 países que conforman la Región Panamazónica. El mapeo que viene realizando la REPAM ha arrojado que hasta este lunes, entre la población amazónica, Brasil es el país que cuenta con el mayor número de casos confirmados: 36.546, y 2.342 fallecidos. Le siguen Perú, con 4.107 casos y 268 fallecidos; y Bolivia, con 2.063 contagiados y 97 pobladores que han perdido la vida. Enseguida se encuentran Colombia, con 1.683 casos confirmados y 33 fallecidos; Ecuador, con 407 casos y 14 muertos; Guyana Francesa, con 144 positivos y 1 fallecido; Guyana, con 109 casos confirmados y 10 muertos; Surinam, con 10 contagiados y 1 fallecido; y Venezuela, que hasta el momento registra 12 casos positivos. Con una tasa de mortalidad en la Amazonía que va creciendo, hasta ahora la letalidad promedio del virus a nivel Panamazónico es del 4.01%.
IQUITOS Y MANAOS, CIUDADES DONDE LA LÓGICA SE HA INVERTIDO
Un ejemplo del colapso de los sistemas sanitarios en la Amazonía, son los casos de las ciudades de Iquitos, en Perú, y Manaos, en Brasil. En Iquitos, desde hace algunas semanas, se habían terminado las reservas de oxígeno en los centros de salud para la atención de las personas hospitalizadas en cuidados intensivos, la falta de camas para la atención de pacientes empeoraba la situación a tal punto que muchos regresaban a morir a sus casas, por no hablar de los médicos contagiados por la falta de material sanitario de protección y la escasez de medicamentos. El cuadro en la ciudad brasileña de Manaos no están diferente, donde la falta de ventiladores, medicamentos y equipos de protección ha agravado la situación sanitaria. La crisis ha llevado a las autoridades de la región a escavar una fosa común para sepultar a los difuntos.
En estas dos ciudades amazónicas que surgen en las riveras del río Amazonas, el virus ha invertido el sentido de la lógica de la vida, la gente no va más al hospital a curarse, son los médicos los que se han convertido en pacientes, y en una región donde se producen enormes cantidades de oxígeno, se muere gente asfixiada sin poder respirar.
EL RÍO, FUENTE DE VIDA PERO TAMBIÉN DE MUERTE
Lamentablemente, la crisis no se circunscribe a estas dos ciudades amazónicas, en Perú y Brasil, sino que el río, el principal medio de comunicación para las poblaciones que habitan en la cuenca del Amazonas, se ha convertido en un peligro para la propagación del Covid-19 a otras comunidades de la región y amenaza, sobre todo, a las más de 400 comunidades indígenas que la habitan.
De una parte, el río, con sus más de 6.500 kilómetros de recorrido, representa una fuente de vida para los pobladores amazónicos de Brasil, Perú, Colombia y Venezuela. A través de sus cauces y afluentes —que representan el 85% de las vías de comunicación en esta región— las poblaciones amazónicas están conectadas, es posible el suministro de alimentos, el intercambio comercial, el transporte de medicinas y pasajeros, como se dice en la Amazonía, “todo viaja por río”. De otra parte, el río se ha convertido en un peligro, en fuente de contagio y de muerte, y está favoreciendo la propagación del Covid-19. Para las autoridades de estos países ha sido difícil poder “cerrar el río”, no ha habido una acción conjunta de los gobiernos para enfrentar la pandemia en estos territorios comunes, solamente acciones aisladas e individuales, a esto se han sumado los pocos o escasos controles fronterizos para detectar los casos positivos y determinar el aislamiento de los contagiados.
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Fuente: www.vaticannews.va