Apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas

Podemos amar a Jesús en la medida que amemos a quien Él ama, a toda una humanidad que sufre.

Domingo, 29 de junio de 2025
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan 21, 15-19.

Habiéndose aparecido Jesús resucitado a sus discípulos, después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». Él le respondió: «Sí, Señor, Tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».

Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Él le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».

Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, Tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven, tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras». 

De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme».

Palabra del Señor.

Muchos han repetido que este Evangelio reivindica a Pedro de sus tres negaciones, haciendo que declare su amor a Jesús la misma cantidad de veces. Pero para mí la repetición de Jesús es también la búsqueda de un compromiso, sellado por un amor tres veces declarado que deberá multiplicarse muchas veces más.

Él sabe la respuesta, pero sabe que es Pedro (y no Él) quien necesita escucharse para comprender la misión que le va a encargar. También nos pasa, sabemos que debemos amar, salir en defensa de los más desposeídos o atender a quien sufre o está enfermo, pero no siempre entendemos la verdadera motivación de esa tarea o misión, e incluso la postergamos por preocupaciones más banales o por temas que creemos más importantes. Pero la Ruah, si somos afortunadas, también se encarga de insistir, de llevarnos a cuestionamientos dolorosos, de discernimientos largos y orados, todo para lograr entender que amar a los demás debe hacerse porque primero hemos amado a Cristo que dio la vida por sus ovejas.

Sabemos que debemos amar, salir en defensa de los más desposeídos o atender a quien sufre o está enfermo, pero no siempre entendemos la verdadera motivación de esa tarea o misión.

La misión que Jesús nos dejó a todos y todas fue instaurar el Reino. Y la inspiración, la motivación debe ser el amor a Él, porque muchas veces los egoísmos, las tentaciones, las búsquedas de poder o riquezas pueden distraernos de esa misión.

Es hermoso ver que al primero que le encarga la misión es aquel que ha caído, lo ha negado, que está lleno de defectos. Pero eso no es importante para Jesús, quien solo pide ser amado, para que, por extensión, se ame a sus ovejas.

Jesús quiere que nos cuide el que lo negó, pero que en su corazón lo ama con locura, porque amarlo significa conocerlo, escucharlo y seguirlo. De la misma forma, Jesús no nos buscará por lo que tenemos, por lo que anunciemos, ni por lo que queramos hacerle creer al mundo que somos, Jesús nos amará porque lo hemos amado en el medio de un mundo que puede contaminarnos, pero así y todo estamos cerca de Él. Y solo podemos amarlo en la medida que amemos a quien Él ama, a toda una humanidad que sufre de innumerables necesidades y anhelos.

Este Evangelio también es un llamado de urgencia, pues insta a vivir en comunidad ¡ahora!, antes que sea tarde, como en algún momento será tarde para Pedro. Le muestra a su apóstol que después no tendrá posibilidad de cuidar a su Pueblo, y nos lo dice también a nosotros y nosotras que vivimos en un mundo que necesita defensores, cuidadores, guías de ternura y paz, recomponedores de alma, cocineros y cocineras de alimento material y espiritual, acompañantes en el dolor y en la dicha, bastones humanos para los que tienen débil el cuerpo, la mente o el corazón, poetas para recitar palabras de aliento, tejedoras de redes comunitarias, albañiles de muros que protejan pero que no separen. Hay muchas profesiones que todos y todas podemos realizar para construir el Reino del Dios que nos busca tres o mil veces. Solo es necesario amar.


Fuente: Mujeres Iglesia Chile / Imagen: Pexels.

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0