Aprendizajes de la crisis y el camino que viene

En la última editorial de 2018, el presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, obispo Santiago Silva, realizó un análisis con proyección a los desafíos que trae el año 2019.

Concluye un año que ha significado una especial conmoción para la Iglesia en Chile. Si tuviera que poner una fecha de inicio para esta etapa aún en desarrollo es, sin duda, la visita del Papa Francisco a nuestro país en enero.

Dos potentes imágenes me quedaron de este encuentro con el Papa Francisco. Por un lado, la alegría y esperanza de los miles de chilenos y extranjeros que nos congregamos a celebrar nuestra fe en Jesucristo, junto a los mensajes pastorales del Papa para nuestra sociedad y la Iglesia. Por otro lado, su claridad en denunciar los abusos cometidos por consagrados y su expresión de dolor y vergüenza; así lo hizo ver en su primera actividad pública, en la sede de Gobierno, a la que posteriormente se sumaría un encuentro privado con víctimas.

Junto con esto, sus mensajes trataron sobre aspectos esenciales de nuestra relación como personas y sociedad. Nos recordó la dignidad de la persona humana, la que nunca puede ser vulnerada, en el emotivo encuentro con las mujeres privadas de libertad en San Joaquín. Nos habló con firmeza de la riqueza cultural y social de los pueblos originarios y las deudas que la sociedad y el Estado chileno tiene con ellos. En la Catedral metropolitana, a consagrados y obispos, nos habló de las relaciones dentro de la Iglesia y de la capacidad que debiera tener esta, como Pueblo de Dios, de forjar personas y comunidades maduras, en las que todos centremos nuestra experiencia en la vida de Cristo Jesús. Invitó a los jóvenes, en el Santuario Nacional de Maipú, a cumplir su rol en la Iglesia y en la sociedad; en aquel alegre encuentro, les dijo: “El mundo te necesita, la patria te necesita, la sociedad te necesita, tienes algo que aportar, no pierdas la conexión (…). No basta con escuchar alguna enseñanza religiosa o aprender una doctrina; lo que queremos es vivir como Jesús vivió”, es decir, “traducir Jesús a mi vida”. Nos pidió también recuperar los espacios públicos, transcendiendo intereses privados, para aprender a construir un “nosotros”, en el encuentro con académicos y alumnos de la Universidad Católica.

Inspirados en los mensajes del Papa en su visita a Chile en 2018, estamos invitados a convertir en progresiva realidad para el 2019 la dignidad de las personas, el respeto y promoción de la riqueza cultural y social de los pueblos, las relaciones maduras tanto humanas como eclesiales, la responsabilidad cívica y ética ante la sociedad y la construcción de una comunidad política y social preocupada de los vulnerables.

A pesar de la crisis y el dolor, para un creyente nunca las cuentas son amargas. Todo camino recorrido, particularmente cuando es doloroso y equivocado, debe ser leído desde nuestra identidad de discípulos del Señor y del servicio que la Iglesia está llamada a prestar a hombres y mujeres de hoy. Entonces, lo que quizás primero se descubra, es que no hay que estancarse, es decir, que corresponde hacer el camino de una forma nueva, reconocer las fallas cometidas, enmendar los propósitos y la pedagogía, y aprender de la experiencia. Todo ello nos dispone a la conversión personal y pastoral, dones del Señor.

Jesús resucitado nos invita, como a los discípulos temerosos después del calvario, a no quedarnos desolados y a continuar nuestra misión desde nuestra fragilidad. El 2019 continuaremos el camino iniciado durante estos últimos meses del 2018, participando en un proceso amplio de reflexión mediante un diálogo franco y un discernimiento valiente por parte de todos los cristianos y de toda persona interesada en la situación actual de la Iglesia y en el servicio que debiera prestar. Nos preocupan las causas que llevaron a los abusos, la manera de insertarnos como Iglesia en la cultura y en la sociedad de hoy, la forma de ejercer la autoridad dentro de la Iglesia, la renovación de sus estructuras eclesiales…, todo esto en razón de anunciar con pertinencia y calidad la Buena Noticia de Jesucristo al Chile de hoy, con sus concretas esperanzas y con sus problemas que no son nuevos, pero que como sociedad no hemos logrado resolver, como combatir la inequidad social y derrotar la miseria y la pobreza.

Buscaremos culminar el diálogo y el discernimiento acerca de la renovación de la Iglesia y su misión en una Asamblea Eclesial Nacional el año 2020 para que, con la garantía de habernos escuchado y aprendido de las voces de todos, avancemos en aquello que sea necesario para vivir un modo nuevo de ser Iglesia en el Chile del siglo XXI, entre lo que se cuenta el diseño de las Orientaciones Pastorales que entrarán en vigencia el 2021.

El nacimiento de Jesús que acabamos de celebrar es la presencia de la Palabra de Dios en el seno de la historia y de la propia vida. Por esto es propuesta de Significado nuevo para todo lo vivido en el año 2018. Por ello también es Esperanza que no defrauda, Sabiduría que señala nuevas rutas y Fortaleza que impulsa a vivir cuidando a los más vulnerables y acompañando a las víctimas.

Les deseo un próspero Año Nuevo.

+ Santiago Silva Retamales
Obispo Castrense de Chile
Presidente de la Cech

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Fuente: www.iglesia.cl

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