¡Basta ya de sufrimiento!

Llevan veinte años de fracasos y siguen empeñados en recorrer el camino que solo ha traído destrucción, corrupción, miseria y sufrimientos.

Todos los que amamos a Venezuela tenemos la obligación de impedir que los que la gobiernan sigan destruyéndola y nos sigan causando tanto sufrimiento. Es imposible seguir viviendo sin luz, sin agua, sin teléfono ni internet, sin transporte público, sin hospitales ni medicinas, y con unos sueldos que no alcanzan para comprar la comida indispensable.

Llevan veinte años de fracasos y siguen empeñados en recorrer el camino que solo ha traído destrucción, corrupción, miseria y sufrimientos. Lo grave es que se niegan a aceptar la menor crítica, persiguen con saña a los que las hacen, y siguen culpando de todos los males al imperio y a sus aliados de la oposición que son unos “apátridas y traidores”. Solo ellos aman a Venezuela, sin reconocer que su supuesto amor la ha destruido. ¿No será que lo que ellos aman es el poder y el disfrute de una vida sin penurias que el poder les garantiza?

¿Cuáles son los logros de esa revolución que se empeñan en mantener, si Venezuela es el país con la mayor inflación en el mundo, que ha devorado los ahorros, y vuelve sal y agua los repetidos aumentos de sueldos y bonos? ¿Sabrán el Presidente y sus ministros lo que cuesta un kilo de carne, de pollo o de queso, el cambio de aceite de un carro, o reparar cualquier aparato eléctrico que los continuos bajones y apagones dañan continuamente? ¿Sabrán lo intolerable e inhumano que resulta vivir semanas y meses sin recibir una sola gota de agua, o aguantar apagones de muchas horas e incluso varios días? ¿Alguien de su entorno se atreverá a decirles que con lo que cobran los ancianos con la pensión, después de horas de colas inhumanas, no pueden comprar un kilo de queso y un kilo de papas? ¡Y no hablemos de las medicinas! A mí me resulta una tarea cada vez más difícil conseguir las pastillas para la tensión y, si las consigo, me cuestan más que lo que me pagan por la pensión.

Sería bueno que los que nos gobiernan o sus aliados y amigos extranjeros, que siguen apoyando este desgobierno, tuvieran que vivir aquí un mes con salario mínimo o con la pensión, sin tener divisas u otras fuentes de ingresos. Dudo que seguirían defendiendo sus políticas como lo hacen ahora. Es muy fácil empeñarse en defender un rumbo cuando a ellos no les toca ninguno de los problemas que sufrimos las mayorías.

Estamos, además, entre los países más violentos e inseguros del mundo, campea soberana la corrupción, crece incontenible el bachaqueo y la especulación, el aparato productivo está destruido, aumenta la desnutrición y el hambre, los servicios públicos son una calamidad, las escuelas se están vaciando de maestros y de alumnos, mueren las personas por falta de medicinas, volvieron enfermedades hace años erradicadas, la gente está cocinando con leña, y millones de venezolanos se han marchado del país o quieren irse por no ver aquí futuro. La tan proclamada soberanía alimentaria y el milagro económico de la revolución ha terminado dolarizando los precios y manteniendo los sueldos en bolívares sin valor.

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Fuente: http://revistasic.gumilla.org

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