Ser Cardenal lleva a “comprometerme con la reforma de la Iglesia que el Papa Francisco quiere”.
Jean-Claude Hollerich es uno de los últimos cardenales nombrados por el Papa Francisco, a quienes impuso el capelo el pasado 5 de octubre, víspera del inicio del Sínodo para la Amazonía, del que es uno de los padres sinodales, algo que considera una gracia y una alegría. Actualmente es Arzobispo de Luxemburgo y Presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE).
El Cardenal insiste en que en la asamblea sinodal se está hablando con franqueza, independientemente de las diferentes opiniones, lo que demuestra que el Sínodo, caminar juntos, está teniendo lugar de verdad. En una Europa donde, ante los recientes incendios en la Amazonía, los jóvenes han reaccionado. Una Iglesia “comprometida en preservar la Creación, comprometida con los derechos humanos, con la dignidad, comprometida en contra de la violencia” puede suponer “una nueva imagen a la Iglesia” y convertirse en “el inicio de un movimiento misionero amplio en Europa”.
Sobre el protagonismo de la mujer en la Iglesia, uno de los debates presente en el Sínodo para la Amazonía, el hecho de que hombre y mujer hayan sido creados por Dios, hace que sea “la misma dignidad para la mujer y para el hombre”, lo que tiene como consecuencia que “no puede ser una Iglesia de decisiones tomadas solo por hombres”.
El ser Cardenal le ha sorprendido, “porque Luxemburgo no es un cardenalato tradicional y tampoco es periférico”. Eso para él supone “que tengo que comprometerme con la reforma de la Iglesia que el Papa Francisco quiere”.
—¿Cómo está viendo los primeros días del Sínodo? ¿Cuáles son sus reacciones ante lo que se está viviendo dentro del aula sinodal?
Para mí es una gracia el poder participar en el Sínodo porque soy de Europa, no de la región Amazónica. Así que primero para mí es una gracia el poder escuchar a todo el mundo, escuchar cuidadosamente lo que los obispos, los auditores, los expertos, tienen para decir, hay una conversación muy franca. Todo el mundo dice lo que él o ella quiere decir y estoy bien contento por eso. También tenemos pequeños grupos y yo soy el moderador del grupo de habla inglesa-francesa. En el grupo, es un ambiente muy bueno donde podemos compartir. Es una alegría.
—¿Usted piensa que realmente el Sínodo puede ayudar a la Iglesia y al mundo a tomar mayor conciencia sobre la importancia de la Amazonía?
Espero que sí y pienso que sí, porque la quema de la selva en la región Amazónica es terrible. Por lo menos en Europa, mucha gente joven está impactada por eso y es bueno que estén impactados. Pero tenemos que transformar este impacto en energía para luchar y comprometerse con la región amazónica y las personas que viven allí.
—Parece que, dentro del aula sinodal, inclusive en los grupos pequeños, se está hablando con total libertad inclusive sobre temas tabús. ¿Hasta qué punto usted cree que las palabras del discurso inicial del Papa han ayudado a los participantes del aula sinodal a tener, a hablar con parresia?
Las personas lo hacen, hablan con franqueza. Hay gente más conservadora que también lo expresa, pero los otros no dejan de hablar porque haya quien está en contra. Ellos expresan su opinión y yo estoy bien contento. Si no, no sería un Sínodo.
—¿Cómo el Sínodo para la Amazonía, esos nuevos caminos para la Iglesia, pueden influir en la Iglesia y en la sociedad europea?
Yo creo que ya para muchos jóvenes en Europa la Iglesia es una institución vieja, sin mucho que decir para sus propias vidas. Cuando ellos ven que la Iglesia está comprometida en preservar la Creación, comprometida con los derechos humanos, con la dignidad, comprometida en contra de la violencia y que la Iglesia tiene el poder de transformar su servicio, de cambiar, eso trae una nueva imagen de la Iglesia. Eso puede ser el inicio de un movimiento misionero amplio en Europa.
—Usted vive en Luxemburgo, la Iglesia alemana, que es una Iglesia europea, está proponiendo también un mayor reconocimiento del papel de la mujer que es uno de los temas presentes en el Sínodo para la Amazonía. ¿Esa nueva dinámica puede ayudar realmente a la Iglesia a reconocer el papel, el gran trabajo que las mujeres ya hacen en el día a día?
Bueno, no tenemos que reconocerlo, ellas están al frente porque Dios ha creado al hombre y a la mujer, o a la mujer y al hombre, y es la misma dignidad para la mujer y para el hombre, el mismo amor por Dios, el mismo bautismo. Por eso no se puede ser una Iglesia de decisiones tomadas solo por hombres. Para mí eso está muy claro.
—Y, finalmente, ¿qué significa para usted el hecho de haber sido nombrado Cardenal por el Papa Francisco?
Me quedé muy sorprendido, yo nunca pensé en eso porque Luxemburgo no es un cardenalato tradicional y tampoco es periférico. Así que me sorprendió, pero eso quiere decir que tengo que comprometerme con la reforma de la Iglesia que el Papa Francisco quiere.
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Fuente: www.religiondigital.org