Chad: Asegurándonos que los niños y niñas discapacitados no se queden atrás

A diferencia de otras niñas y niños del Chad, Sadié no empezó a ir a la escuela a los seis años, sino a los ocho. Una parálisis en las piernas le impide caminar y le dificulta estar con sus compañeros de clase.

Sadié, de 13 años, nació en el campamento de refugiados de Djabal, en la región de Goz Beida, en el este del Chad. Tiene nueve familiares en el campamento y vive en una casa con tres de sus hermanos y su madre, Fatna.

A diferencia de otras niñas y niños del Chad, Sadié no empezó a ir a la escuela a los seis años, sino a los ocho. Una parálisis en las piernas le ha impedido desde siempre caminar y le ha dificultado poder estar con sus compañeros de clase. Todas las mañanas, se veía obligada a arrastrarse por los polvorientos caminos del campamento para llegar a la escuela. Aparte de ralentizar sus progresos académicos, esta discapacidad obligaba a Sadié a pasar la mayor parte del día en casa por su falta de movilidad.

En noviembre del año pasado, Sadié recibió un triciclo del ACNUR y del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) como parte de un programa que anima a niñas y niños como ella a seguir sus estudios y mejorar su integración social proporcionándoles recursos como triciclos que les ayudan en su movilidad.

Ahora Sadié va a clase todos los días y le resulta más fácil hacer cosas como pasar el rato con sus amigas y amigos y visitar a su tía.

En la escuela, a Sadié le gustan el árabe y las matemáticas en particular, y su sueño es convertirse en mecánica. “Me encanta la escuela”, dice; sin embargo, también recuerda la necesidad de contar con materiales adecuados, como cuadernos, mochilas y una regla, que su madre no puede comprar. Con su empleo de cocinera en un restaurante, su madre, Fatna, apenas gana para alimentar a su familia y no puede cubrir las otras necesidades de sus hijos.

Sobre los desafíos que ha supuesto la discapacidad de Sadié, Fatna describe la tristeza de su hija al verse obligada a permanecer en casa la mayor parte del tiempo. “Antes de tener el triciclo, todo era muy complicado”, dice, “porque no tenía ningún medio [para transportarla]. Cuando la niña estaba enferma, tenía que cargarla a mis espaldas para llevarla al hospital”.

Otras niñas y niños como Sadié necesitan servicios especiales. “Con el ACNUR creamos un fondo especial para la compra de triciclos, carritos y muletas para niñas y niños que, como Sadié, tienen la movilidad reducida. Hasta ahora, hemos ayudado a seis en el campamento de Djabal y a cuatro en el de Goz-Amir”, dice Woura Mailabele, punto focal de protección infantil del JRS Chad en Goz-Beida.

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Fuente: https://jrs.net/es

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