Chad: la educación es el único camino para cambiar el mundo

“Con tan pocas oportunidades, muchos padres sienten que el futuro de sus hijos será el mismo, tanto si estudian como si no lo hacen. Estamos tratando de cambiar esa mentalidad a través de la educación, especialmente con la protección infantil, lo que incluye el derecho del niño a una educación”, dice Joana Gomes, directora del Servicio Jesuita a Refugiados en Goz Beida.

En un pequeño pueblo en el este del Chad, donde las condiciones de vida son duras y el ambiente es perpetuamente caliente y seco, Joana Gomes, la directora del Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) en Goz Beida, sabe encontrar belleza en las montañas que la rodean y en la comunidad.

“¡Me encanta! A pesar de estar en un lugar remoto, tengo una vida normal. Estar con gente tan abierta y amable… lo he convertido en mi hogar”, dice.

En Goz Beida y en la cercana ciudad de Kuku, el JRS ha puesto todo su énfasis en la educación y en la protección de la infancia. El organismo trabaja para proporcionar educación elemental e intermedia, con 6 mil niños y muy pocos recursos; con solo 140 maestros en cada campamento y con muchos niños estudiando sentados en el suelo.

Hay una extrema necesidad de maestros. El JRS se encontró con que muchos no estaban calificados y decidió impulsar un programa de capacitación docente, mediante el cual imparte habilidades pedagógicas y reconoce a los profesores por sus méritos. Desde que comenzó el programa, Joana ha visto mejoras en la enseñanza y los planes de estudios.

El JRS también ofrece educación superior en el área, incluyendo clases de informática, francés e inglés. Esto permite que los estudiantes no tradicionales sigan trabajando en su educación.

Además, el JRS formó una Asociación de Padres y Maestros (APM) para preparar a la comunidad a gestionar las escuelas y ayudar a los padres a sentirse parte de la educación de sus hijos. El grupo incluye a estudiantes, padres, directores y otros miembros de la comunidad. Están trabajando en cómo invertir en las escuelas para futuros proyectos de reconstrucción.

En ese sentido, el JRS trabaja para ayudar a cada grupo de la APM a desarrollar actividades que les permitan generar de ingresos. Mediante la creación de pequeñas empresas, como la puesta en marcha de un “cine” o un molino, comenzarán a ganar dinero, el cual podrán reinvertir en la renovación de las clases y en la compra de materiales escolares. En un futuro, cubrirán todas las necesidades de las escuelas de forma independiente, incluyendo el pago de los salarios de los maestros.

“Con tan pocas oportunidades, muchos padres sienten que el futuro de sus hijos será el mismo, tanto si estudian como si no lo hacen. Estamos tratando de cambiar esa mentalidad a través de la educación, especialmente con la protección infantil, lo que incluye el derecho del niño a una educación”, dice Joana.

Y recuerda el día en que una niña le dijo que quería ir a la universidad antes de casarse. “Independientemente de que fuera una más de los 140 estudiantes, cambiar la mentalidad de esa niña y conseguir que ella desarrolle todo su potencial me da toda la motivación que necesito”.

Joana llegó al Chad hace seis meses, y si bien nota ya el cansancio, mantiene una sensación de pasión y entusiasmo por su trabajo. “Realmente creo que la educación es el único camino para cambiar el mundo. Ya sea con grandes o pequeñas acciones, nuestro trabajo tiene un impacto. Todos los días me esfuerzo por ser un ejemplo para nuestros estudiantes”.

Gracias a un personal dedicado y entusiasta como Joana, los proyectos del JRS tienen un impacto notable en sus comunidades y continúan brindando oportunidades a los refugiados y los desplazados forzosos a través de la educación.

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Fuente: http://es.jrs.net

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