China: Su gobierno reconoce a otro obispo “clandestino”

Pedro Jin Lugang, obispo coadjutor de Nanyang desde 2017, nunca había sido reconocido por los aparatos políticos chinos. Se ponen en marcha procesos de reconciliación tras el acuerdo provisional entre el Vaticano y Pekín.

En la diócesis católica china de Nangyang el obispo coadjutor, Pedro Jin Lugang, ya no es un obispo “clandestino”: el 30 de enero por la mañana una concelebración litúrgica junto con otros tres obispos chinos coronó el proceso de reconocimiento público de su título episcopal, incluso entre los aparatos civiles.

En la catedral de Nanyang, en la provincia china del Henan, Pedro Jin concelebró la liturgia eucarística en compañía de José Zhang Yinlin (obispo de Anyang), José Yang Yongqiang (en representación de la Conferencia de los obispos chinos, órgano todavía no reconocido por la Santa Sede) y del hasta ahora obispo ordinario de Nanyang, José Zhu Baoyu, de 98 años. Participaron en la celebración alrededor de 350 sacerdotes, religiosas y laicos.

La ceremonia de Nanyang es otro episodio emblemático de los procesos que se están llevando a cabo en la Iglesia católica china, después del acuerdo provisional entre la Santa Sede y el gobierno de Pekín en relación con la selección y el nombramiento de los futuros obispos católicos chinos. Antes de ayer, la situación canónica de la diócesis de Nangyang era un ejemplo de las complicaciones y de las anomalías que han provocado en la vida ordinaria de tantas comunidades católicas chinas los condicionamientos de la política religiosa gubernamental y la falta de diálogo entre los aparatos políticos y la Santa Sede.

En esa diócesis, José Zhu Baoyu fue ordenado obispo en 1995, con la carta de nombramiento de la Santa Sede, pero sin el reconocimiento del gobierno. Después, en 2007, en vista de su sucesión, el joven Jin Lugang fue ordenado obispo coadjutor, nuevamente de manera “subterránea”, sin el reconocimiento de los aparatos gubernamentales. En 2010 la Santa Sede aceptó la renuncia del anciano Zhu, por lo que Jin Lugang se convirtió en el ordinario de la diócesis. Pero los aparatos políticos locales decidieron mostrar los dientes: en 2011, con una decisión sorprendente, reconocieron precisamente a Zhu como obispo “oficial”. Se organizó, entonces, su instalación en la catedral como obispo reconocido por el gobierno. Desde entonces, ambos, ordenados con la aprobación del Papa, convivieron en esta situación paradójica, en la que el gobierno desconocía el título y el papel episcopal de Jin Lugang, y le permitía solamente obrar solo en la parroquia de su pueblo, evitando celebraciones para tomar posesión de la diócesis. En 2012, época de tensión entre China y el Vaticano, los funcionarios incluso llegaron a llevar a Jin a un hotel durante los días de la Semana Santa para impedirle la celebración del triduo pascual en la diócesis.

Con la celebración que se llevó a cabo ayer en la catedral de Nanyang concluye la “guerra de posición” entre el Vaticano y los aparatos políticos en relación con la titularidad de la sede episcopal. Y la vida de la diócesis comienza a normalizarse para afrontar las prioridades pastorales. Los aparatos políticos reconocen que el obispo Jin, que hasta ahora había sido tratado como un sacerdote, asumirá la guía de la diócesis y se ocupará con todas sus energías del trabajo pastoral.

La solución que se ha alcanzado en Nanyang se suma a los atisbos y a los procesos de reconciliación y de vuelta a la plena comunión sacramental entre las comunidades “oficiales” y las comunidades “clandestinas” que se han registrado en los últimos meses en cada vez más diócesis chinas (incluidas las de Mindong, Shantou, Harbin, Jilin y Fuzhou). Tal y como sucedió Nanyang, en otros lugares de China los aparatos políticos locales (incluidos los representantes locales del “Frente Unido”) buscan entrar en contacto con los obispos llamados “clandestinos” para convencerlos de que normalicen su condición según las normas establecidas por la política religiosa gubernamental. La praxis que han puesto en marcha los aparatos locales sigue protocolos prestablecidos, pero no faltan elementos para adaptarse a las diferentes situaciones. Esta flexibilidad parece también estar presente en la cuestión con la inscripción exigida a los llamados organismos patrióticos, instrumentos históricos de la política religiosa china en relación con la Iglesia católica.

En los casos recientes de obispos “ex-clandestinos” que han surgido de la clandestinidad y que han sido reconocidos como tales por el gobierno, la obligación de la inscripción a la Asociación Patriótica de los católicos chinos no se ha aplicado unívocamente. En Lanzhou el obispo José Han Zihai (ordenado en 2003 y reconocido como obispo por los aparatos políticos en 2017) aceptó al año siguiente convertirse en el presidente de la Asociación Patriótica local. En los casos de Jin Lugang y José Guo Xiijn (obispos “ex-clandestinos” ahora reconocidos por los aparatos políticos; el primero como obispo coadjutor de Nanyang y el segundo como obispo auxiliar de Mindong), su reincorporación fuera de la llamada “clandestinidad” no está sujeta a ningún tipo de participación particular en los organismos “patrióticos”.

Estos son indicios de que se pueden aplicar soluciones caso por caso a nivel local, sin que se fuerce a nadie a cometer actos en contra de la propia conciencia. Y también representa un signo de que, en el escenario actual, la inscripción a la Asociación Patriótica se va configurando solamente como un mero procedimiento burocrático, mismo que los obispos, actuando según su conciencia iluminada por el “sensus fidei”, pueden ponderar y tomar en consideración, pero reconociendo que tal acto no está, de por sí, en contradicción con la fe de los apóstoles, puesto que ahora la comunión jerárquica de todos los obispos chinos con el Obispo de Roma está garantizada, es reconocida y cultivada públicamente.

Gianni Valente

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Fuente: www.lastampa.it

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