Comentario de discos: cuartetos

El alemán Andreas Herrmann es pianista, pero en el disco comentado cede el protagonismo, en muchos pasajes, al guitarrista Norbert Scholly. Por otro lado, nos ha golpeado la noticia del fallecimiento de Dolores O’Riordan, cantante y alma del cuarteto irlandés The Cranberries. Una pérdida de verdad indescriptible para la música popular.

Hace mucho tiempo ya que tengo la convicción de que las mejores cosas en la vida no resultan de grandes colectivos, por más poderosos que sean, sino de la conjunción del trabajo y de la creatividad de pocas personas, reunidas en verdaderas comunidades en que la interacción productiva es inseparable de vínculos interpersonales sólidos y estables. Creo firmemente en ello y lo veo realizado también en la música. En el jazz, mi formato favorito es el clásico trío de piano, contrabajo y batería, que tiene muchos y excelentes exponentes. Pero también es cierto que el acrecentamiento del grupo con un integrante más, en este y en otros géneros, le agrega un matiz de complejidad y un toque distintivo a esa belleza. Para muestra, dos botones insignes.

Andreas Herrmann › The Child in Me (2017). El alemán Andreas Herrmann es pianista, pero en este disco cede el protagonismo, en muchos pasajes, al guitarrista Norbert Scholly. El contrabajista (Arne Huber) y el baterista (Fabian Rösch) colaboran más que dignamente en la composición de verdaderas acuarelas musicales que me trasladan, no sé por qué, desde el comienzo mismo del disco, a situaciones estivales de la infancia. Hay algo vegetal, luminoso y cálido en estas composiciones. Es música que remite a prados muy verdes, regados en una tórrida tarde de enero bajo un sol espléndido, en veranos sin playa, veranos de ciudad. Estos músicos alemanes tienen su propio imaginario, si se trata de crear belleza contemplando los campos (perfectamente) cultivados en torno a cualquier Dorf germano. Los bosquejos más finos de la música contenida en este disco se lo debemos al unísono muy bien logrado entre la melodía interpretada por la guitarra de Scholly y la mano derecha del pianista anfitrión. Es, en suma, música sublime para respirar el verano, siempre con una mirada puesta en la vitalidad de prados y jardines, aunque, por cualquier motivo, el oyente no pueda abandonar los límites de la ciudad.

The Cranberries › No Need to Argue (1994). Confieso que originalmente había pensado destacar otro disco. Pero de pronto nos ha golpeado la noticia del fallecimiento de Dolores O’Riordan, cantante y alma del cuarteto irlandés The Cranberries. Una pérdida de verdad indescriptible para la música popular. En junio de 2017 comenté el último disco del grupo, Something Else, que es una selección de diez grandes éxitos y tres temas inéditos, interpretados en formato acústico. Ahora retrocedo 24 años, a un disco fundacional. No solo porque fue el más exitoso, con 18 millones de copias vendidas, para esta agrupación que ya no será la misma o que difícilmente podrá seguir existiendo sin Dolores, sino también porque ha marcado y acompañado a toda una generación. No solo pienso en los que ya éramos adultos y emprendíamos nuevos proyectos en esa década. Pienso también, y ante todo, en los que literalmente crecieron al ritmo de las grandes canciones de este registro. Recuerdo cuando, siguiendo una sana costumbre provinciana, en aquel entonces cada día de trabajo iba a almorzar a casa. Luego de una reparadora siesta, vuelvo a la universidad y al salir veo, en el living, acuclillado junto al parlante del equipo de música, a Pablito, de cuatro años, escuchando, con atención y seriedad doctorales, el tema más rockero de este disco: “Ridiculous Thoughts”. Hoy, a los 27 años de edad, lamenta profundamente la partida de quien lo cantaba. Conversamos: ¿qué hizo, qué hace tan distinta y tan destacada a esta cantante? Analizamos: en sus performances, sobre todo en vivo, se mostró siempre como claramente imperfecta. Difícil de entender, pero sí: a ratos desafinada; y persistentemente destemplada. Pero, con todo, una cantante excepcional, única, inolvidable, porque tuvo lo que muchas bellas voces femeninas jamás tendrán: estilo. Nos quedamos con sus discos, con sus canciones, con su voz desesperada, y con los instantes que nos hacen recordar y sobre los cuales hemos ido construyendo nuestras historias particulares. MSJ

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Fuente: Artículo publicado en la edición N° 666 de Revista Mensaje, enero-febrero 2018.

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