Solo Cristo es el Buen Pastor y Puerta de salvación. Nosotros somos su rebaño. Cuarto Domingo de Pascua.
Ciclo A
Textos: Hechos 2, 14.36-41; 1 Pe 2, 20-25; Jn 10, 1-10.
Idea principal: Solo Cristo es el Buen Pastor y Puerta de salvación. Nosotros somos su rebaño.
Resumen del mensaje: En este domingo la liturgia propone la figura de Cristo como Buen Pastor (Evangelio y Salmo). En este día tiene lugar cada año la jornada mundial de oración por las vocaciones. Jesús es el Buen Pastor prometido por Dios, es la única Puerta de salvación y nosotros somos el rebaño de su pertenencia, abierto a la conversión (primera lectura) y a la imitación del Pastor (segunda lectura).
Puntos de la idea principal:
En primer lugar, Cristo es nuestro Buen Pastor. Pastor que va delante, guiándonos; detrás, protegiéndonos; a nuestro lado, animándonos. Pastor que nos conoce por nuestro nombre, conoce nuestras cualidades y defectos. Nos ama. Nos alimenta con los sacramentos y con su palabra y con el magisterio de la Iglesia. Nos cura cuando estamos heridos por haber saltado del redil y caído en alguna zarza o trampa. Nos defiende de los lobos que nos rodean, de los mercenarios y de los falsos pastores que nos engañan con sus ideologías, que nos esquilan y engordan a costa de nuestra lana, que huyen en los momentos de peligros dejándonos solos. Contra todos estos falsos pastores, Cristo reivindica su papel: “Yo soy el Buen Pastor. Conozco mis ovejas y las mías Me conocen”. Es el Buen Pastor porque es el Camino, la Verdad y la Vida. En estos momentos de pandemia, Cristo sigue siendo nuestro Buen Pastor, no nos ha abandonado, dejándonos a merced del virus y de la muerte. Ha permitido esta prueba para que le miremos a Él en nuestras casas, confiemos en Él y le recemos más, acercando a nuestros seres queridos al rebaño de este Cristo Pastor.
En segundo lugar, un pastor tiene su rebaño; el rebaño es su vida. Nosotros somos rebaño de Cristo. Esta comparación no tiene nada de negativo en la Biblia, al contrario, está cargada de ternura. Rebaño que es objeto de disputa y de conquista por fuerzas opuestas, mediante silbidos cautivadores, pero falaces de falsos pastores que tratan de devorarnos. Debemos distinguir entre mil voces que seducen y la voz de Cristo nuestro Pastor. La voz de Cristo es tan distinta a la voz de los falsos pastores. Es una voz que pacifica el alma, que ilumina la mente, que purifica el corazón y la afectividad, que fortalece la voluntad. Es una voz que nos invita al amor, a la justicia, a la verdad, a la solidaridad, a la pureza y a la paz. La voz de los falsos pastores es sibilina, mentirosa, prometedora de bienes materiales, de puestos de honor, de fama y de prestigio. ¡Cuidado, nos quieren meter en su cueva y prisión, y robarnos y pisotearnos lo más hermoso que tenemos: nuestra alma inmortal y divina! No escuchemos a estos falsos pastores en este tiempo del coronavirus. ¡Fuera de nuestro camino!
Finalmente, Cristo nos ha hecho partícipe de su tarea de pastor a todos nosotros. Porque pastor es el Papa que apacienta y gobierna toda la Iglesia con el cayado de Cristo. Pastor es el obispo que cuida su diócesis. Pastor es el sacerdote que se desvive por su parroquia. Pastores son los papás de familia que día y noche se ocupan y se preocupan de sus hijos. Pastor es ese gobernante al frente de una nación, buscando las mejores soluciones para el bien común y la solución de los problemas, como ahora la pandemia. Pastor es el maestro de escuela que forma no solo la mente, sino también el corazón de sus alumnos. Pastor es el jefe de una empresa al cuidado de sus empleados. Pastor es el catequista encargado de la transmisión de la fe. Pastor es el que está al frente de una comunidad o de un movimiento eclesial como servidor humilde. San Agustín, comentando el capítulo 34 de Ezequiel, dice: “Si existen buenas ovejas, hay también buenos pastores, porque de las buenas ovejas se hacen los buenos pastores. Pero todos los buenos pastores coinciden en uno, son uno. Cuando ellos apacientan, Cristo apacienta… es Él mismo quien apacienta cuando ellos apacientan; el Señor dice: Yo apaciento; porque en ellos está su voz, en ellos está su amor”. Pero el título de Puerta, Cristo lo ha reservado solo para Sí, porque es el único mediador entre Dios y los hombres. Una sola es la Puerta de la Salvación: Jesús. “El que entra por mí se salvará”. Entramos por esa puerta el día de nuestro bautismo, formando parte de su Cuerpo Místico, que es la Iglesia. Ciertamente que la misericordia de Dios puede alcanzar a algunos la salvación por caminos ocultos y extraordinarios.
Para reflexionar: ¿Siento a Jesús como mi Buen Pastor o tengo los oídos abiertos a otros pastores? ¿Conozco perfectamente ya la voz de Cristo Pastor? ¿Trato de seguir sus pasos, imitándolo? ¿Qué ladrones y falsos pastores suelen asaltarme?
Para rezar: Recemos hoy con provecho el Salmo 23, leído en la santa misa: “El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. El me hace descansar en verdes praderas, me conduce a las aguas tranquilas y repara mis fuerzas…”.
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Fuente: https://es.zenit.org