Crítica injusta a las AFPS

Sr. Director:

Coincidiendo con la necesidad de mejorar las pensiones indicada en su editorial «Jubilar sin Jubilo» y sin ser experto en la materia, me gustaría compartir una serie de antecedentes que me parecen relevantes para la búsqueda de soluciones.

Las AFP han sido excelentes administradores de nuestros fondos previsionales. Desde su inicio en 1981 hasta la fecha han obtenido rentabilidades reales anuales del 8,3%, superando a cualquier otra alternativa conocida. Para dar una idea de lo que significa esto, para una persona que empezó sus cotizaciones en 1981, por cada $ 10 pesos que tiene en su cuenta individual, $ 7,8 pesos corresponden a la rentabilidad y $ 2,2 corresponden a sus aportes.

El costo de administrar nuestros fondos a diciembre del 2016 equivalía a un 0,57% de los fondos invertidos, porcentaje mucho menor que la que cobran por administración los fondos mutuos. El sistema fue diseñado a fines de la década del setenta. En esa época nuestra esperanza de vida al nacer, según el Ministerio de Salud, era de 67,2 años. Hoy felizmente nuestra esperanza de vida, según la misma fuente, es de 79,7 años. Desde el inicio hemos ahorrado el 10% de nuestros ingresos en el sistema de pensiones y hoy pretendemos lo imposible: con el mismo ahorro lograr la misma pensión durante trece años adicionales.

Las pensiones bajas que ha estado otorgando el sistema a algunos afiliados se debe principalmente a las llamadas lagunas previsionales. Hay muchos trabajadores que, por falta de trabajo, o por haber tenido trabajos informales, no han aportado al sistema por largos años. Es injusto achacarle al sistema de AFP la culpa de estas irregularidades del mundo del trabajo.

Hace muchos años que nuestras autoridades saben cuáles son las soluciones a estos problemas. Desgraciadamente, no han tenido la voluntad ni la valentía de implementarlas. Ellas son subir la cotización del 10% actual a un 15% o 18%, y aumentar la edad de jubilación, medidas que ya se han tomado en varios países desarrollados.

Finalmente, para las personas de menores ingresos que tienen lagunas previsionales, debemos subir el monto a repartir por el llamado «pilar solidario», financiándolo con fondos generales de la nación.

En lugar de profundizar el descontento, como propone el Sr. Damián Vergara mencionado en el editorial de revista Mensaje, debemos ponernos a trabajar para perfeccionar un sistema que ha sido exitoso en el cuidado de nuestros ahorros.

Fernando Echeverría Vial

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