Un nombre, al principio de una vida, es tan solo una posibilidad, un deseo o una promesa. Pero lo bonito es irlo llenando de significado a lo largo de la propia historia.
Celebramos la fiesta del nombre de Jesús. Que significa El que salva. Antes —y quizás también en otros contextos y culturas— los nombres tenían muchos significados. Jesús es «el que salva». Simón pasará a llamarse Pedro porque es la piedra sobre la que se ha de levantar la comunidad. Hay algo bonito en elegir los nombres por los significados. O por lo que evocan. Hubo un tiempo en que el nombre podía hacer referencia al día en que uno había nacido. O a un santo o santa a quien se tenía devoción. Antes —al menos en el mundo católico— los nombres que nos ponían al ser bautizados eran asociados a la tradición bíblica o espiritual. Ahora ya en el mercado de nombres cotizan al alza las estrellas de MTV, los artistas de moda o algunos personajes de las grandes sagas mediáticas. Seguro que hay más de una Rosalía recién bautizada. Y vaya susto se habrán llevado quienes llamaron a sus hijas Danaerys sin conocer el final de la serie para descubrir que la heroína de las primeras temporadas se convertía en el último momento en asesina loca (perdón por el spoiler).
El caso es que un nombre, al principio de una vida, es tan solo una posibilidad, un deseo o una promesa. Pero lo bonito es irlo llenando de significado a lo largo de la propia historia. Como ocurre con los seudónimos con los que algunos monarcas medievales han pasado a la posteridad (quizás es mejor pasar como «el sabio» o «la grande» que como «la sanguinaria» o «el cruel»).
No elegimos el nombre que nos han puesto. Pero sí elegimos cómo queremos llevarlo. Lo bonito es pensar que cada nombre se irá cargando de sentido, de memorias y de resonancias en el día a día. Que tal vez llegará la ocasión en que alguien, al escuchar tu nombre, sonreirá porque ese nombre tuyo le evoca ternura, confianza, cariño o generosidad. Tal vez alguien recite en silencio y de modo muy quedo tu nombre, porque siente que así está lanzando un puente hasta ti, y porque te ama.
Creo que nuestros nombres no necesitan etimologías para tener significado. Necesitan desplegarse en historias fecundas.
Y a ti, ¿cómo te gustaría que te llamaran?
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Fuente: https://pastoralsj.org