Después de Auschwitz habrá poesía

Del mismo modo que la Historia de la Humanidad está plagada de dolor, también estamos llenos de luz. Está comprobado que solo hacen falta unos pocos para que esa luz llegue tan lejos que mantenga la esperanza de todos.

El filósofo judío Theodor Adorno escribía que «después de Auschwitz, no se podrán volver a escribir poemas». Hoy se cumplen 75 años de la liberación de este infierno en la tierra, que paralizó al mundo y, por primera vez, enseñó lo que era capaz de hacer el ser humano puesto al servicio del Mal.

Auschwitz no fue el primer rostro del Mal de la Historia, pero sí fue de las primeras veces que se pudieron conocer sus consecuencias casi en directo en casi todo el planeta. Una muestra visual y retransmitida de lo que el odio al diferente puede hacer.

Sin embargo, ni siquiera este acto de pura maldad ha sido suficiente para evitar que algo así se vuelva a repetir. Desde los zoológicos de negros de mediados del siglo XX; pasando por el Apartheid o el genocidio de Srebrenica de mediados de los ’90; las limpiezas étnicas contra los Rohingya, bien entrado ya el XXI… Una larga lista de actos intrínsecamente malos que hablan, esta vez sí y sin paliativos, de la definición concreta y más real de Pecado.

Si uno piensa en todos estos actos se le viene encima una sensación aplastante de desánimo: ni siquiera después de mirar al mal a los ojos, la raza humana ha renegado de él. Como si no hubieran sido suficientes ya miles de años de dolor de los vulnerables, de creación de estructuras de odio que no aceptan las diferencias; más bien, buscan acabar con ellas.

Pero no todo es oscuridad en este ámbito. Del mismo modo que la Historia de la Humanidad está plagada de dolor, también estamos llenos de luz. Puede parecer que la luz brilla menos en medio de tanta penumbra. Pero está comprobado que solo hacen falta unos pocos para que esa luz llegue tan lejos que mantenga la esperanza de todos. En una escena muy conocida de El Señor de los Anillos: el Retorno del Rey, en la que se puede prever un final triste para el Reino de los Hombres, los protagonistas deciden encender la primera almenara de Gondor. Esa llamada a los países vecinos marca la esperanza de que llegue ayuda de otros lugares.

Las almenaras son los hombres que idearon la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que crean legislación para defender a los vulnerables; las comunidades mercantiles entre países, que entienden que es mejor la cooperación que la confrontación; los que fortalecen las vías diplomáticas, para que las palabras resuelvan los conflictos.

Pero también son almenaras Teresa de Calcuta, Pedro Arrupe, Óscar Romero, Luther King, los que escriben por la paz, los que gritan por los pobres, los que cantan a los hombres. En definitiva, los que construyen puentes. Las almenaras arden. Y el mensaje pasa de una a otra, en una llamada constante a arrimar el hombro, a abrir las puertas, a salir de las trincheras. Para llevarle la contraria a Adorno escribiremos poemas, porque no queremos resignarnos a un mundo sin ellos.

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Fuente: https://pastoralsj.org

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