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El pensamiento del filósofo alemán puede continuar inspirando los esfuerzos por una sociedad más justa, si se asume su pensamiento como parte de una historia y herencia cultural; pero no lo hará si simplifica su legado, convirtiéndolo en una ideología dogmática. Poco importa si él acertó o no en cada una de sus teorías. Lo decisivo es que enfrentó las paradojas de la modernidad: el avance que trae consigo el desarrollo científico y tecnológico y, al mismo tiempo, las injusticias que provoca una aplicación utilitarista de sus logros.