Guitarras y músicas que navegan

Comentario del mes a lo más destacado de la música.

Hay distintas experiencias en la navegación, lo sabemos. Las alternativas se mueven entre el éxtasis y el naufragio, entre el goce de la brisa ante la inmensidad del océano y la tragedia de sucumbir devorado por las fauces de ese mismo mar «que tranquilo te baña», como dice, con irremediable optimismo, el himno patrio chileno. Navegar, más bien, siempre tiene un cierto grado de riesgo, sobre todo si te aventuras por aguas desconocidas y peligrosas. Los músicos también viven riesgos en sus navegaciones. Waldo de los Ríos (1934-1977), bonaerense asentado en los últimos años de su vida en Madrid, España, es, para mí, un ejemplo insigne de audacia casi irresponsable en la música. Su vida fue relativamente tranquila hasta 1971, cuando tuvo la idea grabar, con la Orquesta Manuel de Falla, una versión «modernizada» —con batería, guitarra eléctrica y bajo incluidos—, del primer movimiento, Molto Allegro, de la Sinfonía N.° 40 de W. A. Mozart. Resultado: éxito total en ventas y primeros lugares en rankings de todo el mundo, hasta convertir a Mozart en el compositor más escuchado en calles, plazas, bares y hogares a nivel planetario. Eso, por un lado. Por otro, se rasgaron muchas vestiduras y se vociferaron grandes abominaciones en contra de lo que se consideró un verdadero «mamarracho sonoro», la mera vulgarización de una pieza musical excelsa. Uno de los discos que ahora traigo ante ustedes me hizo recordar todo ese affaire, y creo que, en cierto sentido, reedita, en otros términos, el debate de entonces.

KURT ROSENWINKEL & JEAN-PAUL BRODBECK: THE BRAHMS PROJECT (2025)

Kurt Rosenwinkel, uno de los más destacados guitarristas de jazz de la actualidad, se ha unido al pianista suizo Jean-Paul Brodbeck, para un proyecto tanto o más arriesgado que los de Waldo de los Ríos. Primero, con el The Chopin Projekt, de 2022, y luego con el disco aquí presentado, no se trata ya de edulcorar una obra clásica, con la finalidad de hacerla más cercana y «agradable» al oído del ciudadano medio (todo esto, con sumo respeto al difunto director de orquesta), sino de algo mucho más complejo y desafiante, aunque no menos criticable desde una consideración conservadora y purista de la música y de los diversos géneros. Pero el punto de partida aquí, en Rosenwinkel y sus amigos, es no solo el respeto, sino la admiración e incluso una verdadera pasión por la música del compositor elegido; y luego, el acto de apropiársela, internalizarla, no solo para reproducir su partitura con absoluta fidelidad (lo que es una opción, por cierto, legítima y loable), sino para incorporarla en otro lenguaje y en otra forma de oír, gozar, sentir y vivir la música de un gran creador que vivió en otro universo cultural. Los une esa música y lo que el intérprete actual busca es revivirlo, hacerlo elocuente hoy, en un acto tan creativo como la obra misma interpretada. Los arreglos hay que agradecérselos al pianista Brodbeck y el sonido final, a la valiosa colaboración de Lukas Traxel en contrabajo y Jorge Rossy en batería. Un proyecto audaz, pero serio, que ha llegado, me parece, a muy buen puerto.

QUENTIN DUJARDIN: AGUA SESSIONS #03 – EP (2024)

Esto ya es navegación pura. El guitarrista belga Quentin Dujardin nos embarca o nos sumerge (no lo tengo claro) en estas sesiones de agua. Lo que está claro, es que con este disco no estamos en tierra firme, sino enfrentados a (o sumidos en) un oleaje y profundidades inciertas. Las composiciones están interpretadas en una guitarra acústica de cuerdas metálicas, tocada en vivo, improvisando, pero luego adecuadamente modificadas en su sonoridad, para lograr la sensación de estar arropado (o empapado, tampoco sé) por ella. Se trata de un EP, es decir, un disco breve, de cuatro temas, pero cada uno de ellos dura más de cuatro minutos, y en dos casos casi cinco. El número 3 en el nombre de la producción es una alusión a que este disco es parte de una serie, de la cual no había tenido noticias. Comparto este dato con los oyentes que queden cautivados por estas sesiones y estas navegaciones tan calmas, tan contemplativas, y quieran vivirlas desde su origen.

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