Comentario del mes a lo más destacado de la música.
Siguiendo el impulso de mi anterior crónica, propongo mantener abiertas las compuertas de nuestro oído musical. Hace algunos decenios no habría siquiera concebido la posibilidad de llegar a decir algo como lo que sigue: todos los seres humanos, sin excepción, llegamos a un momento de resistencia al cambio. Superados por la sostenida aceleración del tiempo y de las transformaciones culturales, es inevitable el instante en que lleguemos a sentir la incomodidad de estar en medio de algo que no podemos controlar, un caudal demasiado poderoso. Pero, a la vez, no queremos perdernos del todo este espectáculo. Un buen panorama es ponerse en la orilla del río torrentoso, mojarse al menos los pies, y disfrutar en alguna medida de lo que allí, en medio del torrente, ocurre y transcurre en medio de tanta abundancia y velocidad.
A menudo sucede, y es normal que así sea, que podemos vincularnos al presente efímero, que, en realidad, permanentemente impele hacia el futuro, precisamente por nuestra capacidad de darle un cierto sentido a todo ello, mediante el rescate de un retazo del pasado, una especie de tesoro arqueológico, que, de algún modo, vemos hoy recreado. Un sesudo texto teológico alemán lo dice a su manera (y mejor): «No hay pasado que no sea pasado de un futuro». Y nosotros estamos siempre al medio de esa trama. Erick Deutsch es un pianista y compositor estadounidense, que se caracteriza por vivir en esta clave. Theo Bleckmann es un cantante alemán único en su especie, por su voz, por su estilo y por su concepción de la música. Y Sly5thAve es un ser humano complejísimo, nacido en Austin, Texas, Estados Unidos. Complejo, sobre todo, por lo difícil que es describirlo; en cierto modo, esto siempre pasa con los buenos multiinstrumentistas. En esta grabación, su aporte es un conjunto de momentos, de matices, de trasfondos, en clarinete bajo, saxofón y flauta traversa. Mi conexión con este disco ha sido su sonoridad sorprendente, que, si tuviera que explicarla (cosa difícil), tendría que remitir a muy diversos factores: la exquisita estructura armónica sostenida por el piano, las atmósferas esbozadas por Sly5thAve y, sobre todo, la voz y el oficio de Theo Bleckmann, que es mucho más que un simple cantante. Es un intérprete vocal que recrea en el transcurso mismo de su canto, incluyendo efectos, ruidos, impostaciones dificilísimas. Uno de los temas me atrapó de manera especial, como una aparición, aunque en odres completamente nuevos: una canción que había escuchado en los tempranos ochenta y, mucho después, por insistencia de mi hijo Pablo, en su adolescencia: «Wuthering Heights», popularizada por la gran Kate Bush. Una canción que todavía nos recuerda que la vida a veces es un arduo ascenso por cumbres borrascosas. Theo Bleckman, con sus amigos, recrea aquí magistralmente esas y otras sensaciones que ya la gran diva nos había preanunciado.
Luciana Souza es, ante todo, una brillante mezzosoprano y compositora, nacida en São Paulo, Brasil, aunque hace ya tiempo está avecindada en Estados Unidos, donde ha construido una carrera musical muy destacada. Como cantante, ha hecho honor a su origen en el cultivo de la música de su patria, pero también ha brillado en el mundo del jazz. Este es su 16° disco como solista, pero a ello habría que agregar una lista interminable de grabaciones en colaboración con otros músicos. Para ser breve, yo diría que Luciana Souza canta muy bien. Pero eso, en realidad, resulta mezquino. Su voz es más que una voz para cantar canciones (aunque lo hace, por cierto, estupendo); es un instrumento musical de alto estándar quele ha permitido lograr inolvidables registros en que, sin pronunciar palabra alguna, crea momentos profundamente expresivos, interactuando con otros instrumentos.
Mención aparte merece su relación con la poesía. Eso le viene por los genes, como hija de la poetisa Tereza Souza. Uno de sus primeros discos fue una antología de poemas musicalizados de Elizabeth Bishop, Premio Pulitzer de Poesía en 1956. En este caso, su aventura es la composición musical e interpretación de «primeras líneas» de poemas de la poetisa, también estadounidense, Emily Dickinson. En este disco nos encontramos con una Luciana Souza iluminada, inspirada, transitando y haciéndonos transitar por diversas sensaciones. No es un disco fácil, en todo caso, pero atrevámonos a abrir nuestros oídos a algo realmente diferente.