Músicos de ayer, de hoy y de siempre

Comentario del mes a lo más destacado de la música nacional e internacional.

La expresión música «clásica» suele entenderse como la clasificación de la música docta compuesta en Occidente, principalmente en Europa, en el así llamado período del clasicismo. En un sentido amplio, la expresión se usa también como sinónimo de la música académica en general, para diferenciarla de otros tipos de expresiones musicales, como la música folclórica, la música popular y otras. Asimismo, nos hemos acostumbrado a señalar como «clásicos» a ciertas obras al interior de cualquiera de estas tradiciones, por su trascendencia y por su persistencia en el tiempo. Pero la música, como toda obra de arte (y, como toda obra humana, a fin de cuentas), no se da por generación espontánea, sino a través del genio de músicos concretos que, por su inspiración, se convierten para nosotros, más incluso que sus mismas obras, en los verdaderos clásicos. Dos producciones recientes nos hacen manifiesto, cada una a su modo, este fenómeno.

Kurt Rosenwinkel & Jean-Paul Brodbeck: The Chopin Project (2022)

Dos precisiones iniciales para los puristas. Primero: Frédéric Chopin (1810-1849) es considerado, más exactamente, como uno de los más grandes exponentes de la música romántica; un tecnicismo en que no vale la pena detenerse ahora, sino para entender mejor el abordaje de su música en este disco. Segundo: hay que advertir desde el comienzo y con claridad que esta producción del guitarrista estadounidense Kurt Rosenwinkel y del pianista suizo Jean-Paul Brodbeck es un disco de jazz, dato que probablemente activará en más de algún lector un prejuicio negativo. Por supuesto, es respetable la opción de aproximarse a la obra de Chopin mediante la escucha de versiones más ortodoxas de sus partituras. Pero ¿por qué no darnos la oportunidad de conocer la interpretación, igualmente respetuosa y respetable, de estas mismas partituras por parte de músicos del mundo del jazz? Se trata de artistas de notable trayectoria y con una formación al menos tan seria como la de los intérpretes de la música «docta». Con la colaboración discreta y fina de los otros dos músicos que completan el cuarteto, el contrabajista suizo Lukas Traxel y el baterista catalán Jorge Rossy, The Chopin Project nos conecta con diversas piezas (estudios, preludios, valses…) del gran autor, con verdadera finura, respeto y, sobre todo, hondo romanticismo. Todo esto, en clave auténticamente jazzística, es decir, indagando a cada paso el sentido profundo de la obra reinterpretada, en una búsqueda cautelosa, pero sin excesiva autocensura, con momentos de improvisación muy acertados.

Flora Purim: If You Will (2022)

Flora Purim es la que pone aquí la nota de clasicismo. Ella es la clásica, más allá de las piezas que aquí recrea para nosotros, los oyentes que la conocemos desde hace mucho, que la hemos seguido y que la veneramos. El disco es como la oportunidad que ella misma nos brinda para celebrar su cumpleaños número 80. Es sorprendente la persistencia de su voz y de su registro. De verdad, no veo gran diferencia con sus inolvidables performances de hace cincuenta años como vocalista del legendario grupo Return to Forever, junto a Chick Corea, Stanley Clarke, Joe Farrel y su marido de toda la vida, el percusionista y baterista Airto Moreira. Precisamente, un momento alto de esta reciente producción está dado por su tercer corte, que es una nueva versión de «500 Miles High», de Chick Corea, que forma parte de «Light as a Feather», el segundo disco de aquella agrupación que fusionó con tanto acierto la música brasileña con un jazz que entonces se renovaba con este tipo de búsquedas y también con una incursión en los nuevos derroteros de la instrumentación eléctrica.

En esta producción predomina, en todo caso, lo brasileño y parte de esta suerte de balance de la prolífica carrera de Flora Purim que está aquí contenido, es la presencia, por momentos destacada, de su marido Airto Moreira en la percusión y en efectos rítmicos vocales (en la intro de «Newspaper Girl»). Es un disco agradable, cautivante, como lo es en general la riquísima y variada música de Brasil para el gran público. Pero aquí brilla, sobre todo, la inigualable y persistente Flora Purim, una clásica, cantando para nosotros tan bien como siempre o, simplemente, mejor que nunca.

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