Una ventana a la poesía

La película “Una serena pasión” se asoma, con gran sensibilidad, a la vida y obra de Emily Dickinson, una artista compleja, descubierta y valorada solo después de su muerte.

Emily Dickinson (1830-1886), la gran poetisa de Estados Unidos, no gozó de fama en vida. Su obra fue descubierta recién tras su muerte. Aunque algunos familiares sabían de su afición a escribir y ella logró publicar algunos poemas en forma anónima en un periódico, nadie sospechó el volumen y alcance de su trabajo.

Hoy se conocen unos mil ochocientos poemas de ella, además de cartas y otros escritos, que siguen siendo motivo de reediciones y análisis. La película Una serena pasión, del director inglés Terence Davies aborda la vida adulta de la escritora, desde que deja sus estudios como interna en un instituto religioso y se instala en la casa familiar, hasta su muerte.

Alejada del mundo en un pueblo de Massachussets, el mismo donde nació, viviría el resto de su vida. No llegó a casarse y vivió siempre con sus padres y un hermano mayor y una hermana menor. La suya fue una familia tradicional, muy religiosa y apegada a las costumbres. La película retrata esas relaciones al interior del hogar, el amor por sus familiares y sus contactos con algunas amistades, como su cuñada, quien fue su gran amiga y confidente.

Su hogar fue su santuario, donde voluntariamente se recluyó y dedicó largas horas a escribir cartas y poemas. Allí, según muestra el largometraje, se sentaba desde la madrugada hasta el amanecer, cuando todos dormían y nadie la molestaba. Poco a poco se fue alejando del mundo, no quería salir al exterior y hacia el final de su vida tampoco recibía visitas.

Así como difícil es adentrarse en su poesía, catalogada como ajena al estilo de su tiempo, también lo es entrar en el carácter y la personalidad de Emily Dickinson. Esta película es una buena forma de asomarse a su vida y obra. Para conocerla mejor, Davies enfatiza ese ambiente en que maduró la escritora, marcado por rígidas convenciones sociales y estrictas normas religiosas. La excelente ambientación, la fotografía y el trabajo de la luz, como si se tratara de una pintura, ahondan en este sentido íntimo y a ratos asfixiante que envuelve la vida de la protagonista.

El director (Deep blue see, La casa de la alegría), de 72 años, no es de estrenos de llegada masiva. Sus largometrajes son producciones cuidadas, como esta, en que destaca la ambientación y reconstrucción de época, que demuestran la preocupación por cada detalle, las costumbres, la iluminación, el vestuario y el mobiliario.

El ritmo del relato, que se toma su tiempo para ir ahondando en las profundidades de la autora, va marcado por los diálogos que revelan una personalidad muy particular para su época. Asimismo, la conocemos a través de sus poemas, recitados por la voz en off, que con gran sensibilidad van revelando su pensamiento y sentir.

MANTENERSE EN LAS SOMBRAS

Su opción por ser una escritora anónima no solo corresponde a una época en que las mujeres estaban destinadas a la vida doméstica. Ese mantenerse en las sombras obedece a una opción muy personal que tiene que ver con la forma de ser de Dickinson, como nos muestra la película.

A pesar de la obediencia a las normas de la casa familiar y de asumir su posición como mujer en la sociedad de la época, al mismo tiempo se atrevió a expresar su opinión sobre variados tópicos. En la cinta la vemos esgrimiendo argumentos en favor de la igualdad de género, por ejemplo, o refiriéndose a la religión o a la posición de la mujer en el matrimonio. También rechazando la deslealtad y la hipocresía. O cuestionándose acerca de la culpa y la fe.

Un aspecto interesante es también el uso de la ironía y el sarcasmo, que denotan la aguda inteligencia de la escritora. El amor, la fe, la naturaleza, la enfermedad, la muerte, la inmortalidad y la eternidad son algunos de los temas que recorren su obra.

Pero el director también quiere mostrar la humanidad y las debilidades de la autora estadounidense: contradicciones, angustias, el peso de la enfermedad y la agonía. El acercamiento, en todo caso, no abunda en aspectos demasiado sentimentales o sensibles. La excelente interpretación de Cynthia Nixon (conocida por su papel en la serie Sex and the city) logra transmitir la complejidad del personaje, en su poesía y su serena pasión.

Esa serenidad que recorre el relato y nos asoma al enigma de esta escritora, puede ser sinónimo de lentitud para algunos espectadores, pero no defraudará a quienes valoran la expresividad de las imágenes y la poesía.

El propio director Terence Davies en una entrevista a la revista Filmmaker, que reproduce Página 12, se refiere al acercamiento a Emiliy Dickinson en su película: «No quería que fuera solemne; no hay nada peor que las películas sobre gente famosa en las que todo lo que hacen es caminar y verse fantásticos y aburridos. Quería que fuera divertida, viva e ingeniosa. Y también inteligente. Estas mujeres eran muy, muy educadas y, por lo tanto, creo que debían tener un nivel muy alto y adulto en sus conversaciones».

Es lo refleja esta película, una buena invitación a asomarse a la sensibilidad de esta gran autora, que creó versos e imágenes de gran fuerza, como los de su poema 314:

La esperanza es esa cosa con plumas
que se posa en el alma
y entona melodías sin palabras
y no se detiene para nada
y suena más dulce en el vendaval
y feroz tendrá que ser la tormenta
que pueda abatir al pajarillo
que a tantos ha dado abrigo.
La he escuchado en la tierra más fría
y en el mar más extraño;
mas nunca en la inclemencia
de mí ha pedido una sola migaja. MSJ

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