Voces femeninas para atardeceres estivales

Comentario del mes a lo más destacado de la música nacional e internacional.

Al filo del cierre de la edición, les comparto esta selección musical, que espero les acompañe y les sea grata en el descanso de verano (para los que lo tengan, dentro o fuera de Santiago; para los que sigan trabajando, podrá servirles como aliento en la labor o como recompensa al final de la jornada).

NATALIE CRESSMAN & MIKE BONO: ETCHINGS IN AMBER (2016)

Los lectores que ya me conocen, saben que prefiero recomendar producciones recientes, pero en este caso no he dudado en hacer la excepción. Este disco me ha brindado un momento kairótico, una de esas escasísimas ocasiones en que Apple Music, entre sus múltiples sugerencias de cada semana, logra impresionarme de verdad con alguna joyita. He aquí una de ellas. Este disco de 2016 es el fruto de una colaboración entre dos jóvenes valores de la música estadounidense. Natalie Cressman se ha dado a conocer como trombonista y cantante de jazz y también como compositora y una sensitiva storyteller, lo que se refleja aquí en las letras de todos los temas, compuestos por el guitarrista Mike Bono.

El resultado final de esta colaboración, lo que llega a nuestros oídos, es una música de un claro corte acústico, onírica y compleja, pero no pretenciosa. Es cierto que hay temas cuyas melodías recorren derroteros muy alejados de lo obvio («Trapped in Forever», sobre todo), pero predomina en el disco un ambiente de poesía elemental, descriptiva y contemplativa. En general, los temas, que nacieron de composiciones de Bono, se desarrollan mediante arpegios muy fluidos, que incluyen la línea melódica que la voz de Natalie Cressman también va hilvanando, en un unísono muy bien logrado. Después de escuchar el segundo corte, «Wind of Whims», quedé prendado de este disco y no me cabe ya duda de que es uno de los mejores que descubrí en 2022. Es una producción fina, inteligente, pero a la vez basada en la simpleza de una voz femenina en diálogo con (y no solo «acompañada por») una guitarra acústica de cuerdas metálicas soberbiamente tocada, para el despliegue de unas canciones que son más que simples canciones, por su nivel de composición. Cada vez que lo escucho, dos ideas me quedan dando vueltas; la primera: ¡qué bien que canta Natalie Cressman! Y la segunda: qué ganas de tocar la guitarra como Mike Bono.

AOIFE O’DONOVAN: AGE OF APATHY (2022)

Hace diez años conocí a esta cantante, como artista invitada de un bellísimo disco de ese año, Be Still, del quinteto del trompetista Dave Douglas. Tengo el recuerdo de haber pensado, en ese momento, que Douglas le debía mucho a Aoife O’Donovan en esta producción, pero que también debe haber sentido el temor de que la atención del público se centrara desmedidamente en esta colaboradora, por la brillantez de su desempeño. De verdad, es una voz que difícilmente podría pasar inadvertida. Será por eso que, al escuchar este disco, después de tantos que he escuchado a lo largo del último decenio, hubo en mí como un destello, una reminiscencia que no tardé mucho en descifrar. Esta voz me había seducido por segunda vez. En esta ocasión, la cantante nos ofrece un disco que parece sintetizar lo que los alemanes llamarían su Gestalt artística, algo así como su forma elemental, su figura como propuesta musical. Hay diversas corrientes que confluyen en ella, pero tal vez la más poderosa sea la que proviene de sus raíces country. El predominio de las guitarras acústicas y el estilo de las percusiones nos remiten a ese mundo. La presencia de un arpa celta y de una mandola da al conjunto una atmósfera dominada por la sensación de un canto íntimo, pero a la vez inserto en la amplitud de paisajes golpeados por el viento. Todas las composiciones son de la cantante, aunque algunas son compartidas. Una de ellas, la que da su nombre al disco, nada menos que con Joni Mitchell.

Este es, definitivamente, un disco de la artista. El equipo de músicos es más bien reducido; y, en cambio, la participación directa de la anfitriona es muy activa y diversa: además del protagonismo de su voz y de las composiciones, se hizo cargo de la dirección de arte de la producción, y tocó guitarras eléctricas y acústicas, piano y un infaltable teclado Fender Rhodes. De verdad, estamos aquí en presencia de una gran representante de la música estadounidense actual. Que lo disfruten y, para los que las tengan, ¡felices vacaciones!

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