En la tercera y última jornada del 28º Congreso Interamericano de Educación Católica en Santo Domingo, República Dominicana.
“Aportes de la escuela católica de América al futuro sostenible” ha sido el título de la conferencia del Cardenal hondureño Óscar Rodríguez Maradiaga durante la tercera y última jornada del 28º Congreso Interamericano de Educación Católica en Santo Domingo, República Dominicana.
“La sotenibilidad no acontece de un modo mecánico, sino que es fruto de un proceso de educación por el que el ser humano redefine el abanico de relaciones que mantiene con el Universo, con la Tierra, con la naturaleza, con la sociedad y consigo mismo”, fue la primera afirmación del Card. Rodríguez Maradiaga ante más de 1.200 educadores del continente.
Al sugerir la necesidad de avanzar hacia “una escuela católica ecocentrada” que, como ha propuesto la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC) en los últimos años, también ofrezca herramientas para “aprender a cuidar la casa común”, el purpurado señaló que “la situación transformada del mundo exige que todo sea ecologizado; es decir, que cada saber y cada institución deben ofrecer su colaboración para proteger la Tierra y salvar la vida humana y nuestro proyecto planetario”.
Avanzar hacia “una escuela católica ecocentrada” que, como ha propuesto la Confederación Interamericana de Educación Católica en los últimos años, también ofrezca herramientas para “aprender a cuidar la casa común”.
La irrupción del “paradigma ecológico”, y la toma de conciencia del hecho de que “todos somos ecodependientes”, compromete a la educación católica a asumir la crisis ecológica y a apropiarse de su vocación como guardiana y cuidadora de la casa común. En este sentido, el cardenal Rodríguez Maradiaga ha propuesto, a los educadores católicos de América, un decálogo de “principios para una educación sostenible”, inspirado en el magisterio del Papa Francisco, y concretamente en Laudato si’:
1. Reconocer que la Tierra es Madre (cf. LS 1).
2. Rescatar el principio de la revinculación, porque “todos podemos colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación” (cf. LS 14).
3. Entender que la sostenibilidad global solo estará garantizada mediante el respeto de los ciclos naturales, consumiendo de manera racional los recursos no renovables y dando tiempo a la naturaleza para regenerar los no renovables, sin perder nunca de vista la solidaridad intra e intergeneracional (cf. LS 14).
4. Valorar y preservar la biodiversidad, que es la que garantiza la vida como un todo, en orden a la supervivencia común (cf. LS 33).
5. Reconocer el valor de las diferencias culturales, pues todas ellas muestran la versatilidad de la esencia humana (cf. LS 48).
6. Exigir que la ciencia se haga con conciencia y sea sometida a criterios éticos para que sus conquistas beneficien más a la vida y a la humanidad que al lucro y a los mercados (cf. LS 122).
7. Superar el pensamiento único de la tecnociencia, valorando los saberes cotidianos, populares, de las culturas originarias y del mundo agrario (cf. LS 118).
8. Valorar las virtualidades contenidas en lo pequeño y lo que viene de abajo, pues ellas pueden tener soluciones válidas para todos, con carácter universal (cf. LS 145).
9. Dar centralidad a la equidad y al bien común, porque las conquistas humanas deben beneficiar a todos y no, como ocurre actualmente, tan solo a una pequeña parte de la humanidad (cf. LS 156).
10. Rescatar los derechos del corazón, los afectos y la razón sensible y cordial.
Al final, de lo que se trata, es de promover “el triunfo de una nueva era en la que no pretendemos ya ser pequeños dioses en la Tierra, sino simplemente humanos, que ven y tratan a sus semejantes, a los miembros de la comunidad de vida simplemente como hermanos y hermanas”, concluyó el Card. Óscar Rodríguez Maradiaga.
Fuente: https://adn.celam.org / Imagen: Pexels.