El Evangelio que anunciamos las mujeres. «Abramos nuestras puertas y vayamos a servir»

En el servicio, en el ver al otro como hermano y hermana se juega nuestra existencia, nuestra humanidad y nuestra capacidad de amar.

En este segundo domingo de Pascua san Juan nos invita a contemplar una segunda aparición de Jesús (Jn. 20, 19-31). La primera había sido la de Jesús a Magdalena, si bien en la escena primera se presenta también a Pedro y Juan, ellos regresan a sus casas y es Magdalena la que permanece. Solo a ella se aparece Jesús (Jn. 20, 1- 18) y posteriormente a este evangelio, se aparece a los discípulos en el lago (Jn. 21, 1- 25).

En el fragmento que nos toca comentar este domingo podemos distinguir tres momentos que pueden iluminar nuestra vida espiritual. El primer momento, habla de un espacio-tiempo en el cual reina el caos; el evangelio nos dice que el relato ocurre “en el/al atardecer” y que los discípulos “están con las puertas cerradas por temor a los judíos”. Sin duda, el relato describe un momento de gran desolación: los discípulos tienen miedo; están experimentando la oscuridad de la vida: la incertidumbre, la duda, la noche oscura; pues han experimentado la muerte de Jesús y se sienten abandonados. Si miramos nuestra existencia, todos y todas hemos experimentado momentos de noche, de atardecer, que pueden ser confusos y dolorosos. Sin embargo, la noche, lo oscuro, según los antiguos griegos era símbolo también de lo femenino, de lo pasivo, pues en la noche se gesta lo nuevo, lo que nacerá. Tal como una mujer que dará a luz, el espacio que ocupan los discípulos, con “todas las puertas cerradas” nos puede hacer pensar también en un útero, en donde va surgiendo la vida, en forma silenciosa.

En un segundo momento, aparece Jesús en medio de ellos y lo primero que les dice es “la paz esté con ustedes”, y además les muestra sus manos y su costado. Se hace presente en medio de la incertidumbre de los discípulos y les demuestra que la resurrección es posible. Él ha tenido que atravesar momentos de profunda tristeza, de ansiedad y angustia para llegar a encontrarse con la vida nuevamente. La respuesta de los discípulos a la aparición de Jesús es de alegría, y entonces Jesús vuelve a reiterar: “La paz esté con ustedes”, después les entrega el soplo del Espíritu y los envía a servir, es decir, les dice que dejen de tener miedo. Los invita a salir de donde están, del encierro, a nacer nuevamente en Cristo resucitado, libres, fuertes, como hijos de Dios; como alguna vez invitó a Nicodemo (Jn. 3, 1-15). Un gesto precioso de Jesús es mostrar sus manos. Si miramos nuestras propias manos o las manos de las personas que amamos podemos ver en ellas adherida la historia de sus vidas: sus tristezas, sus cruces, su trabajo. Son manos que han laborado, que han sufrido, pero que también han acariciado, y Jesús sabe eso, sabe que al mostrar sus manos llagadas los discípulos comprenderán que él ha pasado por la experiencia de la muerte, que lleva adherido en su cuerpo los signos de esa experiencia y que ahora está experimentado la vida desde una perspectiva distinta.

En un tercer momento aparece la figura de Tomás. Un hombre que como muchos de nosotros tiene dudas de que todo esto de la resurrección de Jesús sea cierto. ¿Será cierto que este que resucitó es el mismo que anduvo con ellos en Galilea? ¿O será una especie de fantasma o espíritu? Hay algo en la duda de Tomás que hace alusión a la corporalidad de Jesús; “si no veo las marcas de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no creeré” (Jn. 20, 25). En el fondo Tomás tiene dudas de que ese que los discípulos dicen que ha resucitado, no haya pasado por la experiencia de la muerte. La duda de Tomás es una duda que todos y todas hemos tenido. La experiencia de la pasión, muerte y resurrección de Jesús sigue siendo un misterio para nosotros y para una mente quizás demasiado racional y lógica como la de Tomás, el misterio tiene poca cabida. Sin embargo, cuando Jesús se aparece a Tomás le deja tocar esas heridas y Tomás “comprueba” que se trata del mismo Jesús. En Tomás, podemos ver una de las tentaciones más grandes de nuestra época y es el querer reducir la experiencia humana a aquello que se puede demostrar y comprobar, dejando de lado todo aquello que es misterioso, o que no se puede racionalizar. Ya se lo decía Hamlet a Horacio: “Hay más cosas en el cielo y en la Tierra, Horacio, que todas las que puedan soñar tu filosofía”. Jesús apela a la fe, que puede ser razonable, pero no es puramente racional. En efecto, aquellas realidades más complejas hay que mirarlas también desde el corazón y la fe, para no caer en la tentación anti-resurrección de Tomás. El gesto de Jesús, mostrando sus manos y permitiendo que Tomás toque sus heridas, es hacer comprensible que su encarnación ha sido verdadera, que Él ha sido tan humano como todos y todas; que es parte de esa Trinidad que se “abajó” por amor a la humanidad.

Este Evangelio tiene muchas pistas para nuestra vida actual. Nosotros, nosotras también hemos pasado al menos dos años de nuestras vidas encerrados por temor al contagio del Covid-19. Muchas personas experimentaron la muerte física y otros, otras vivimos un sentido de pérdida profunda, nos hicimos pequeños y frágiles en nuestro escondite, al fondo de esa tumba o esa habitación cerrada que significaron las interminables cuarentenas; sin embargo, Jesús, que también pasó por la muerte y resucitó, aparece ante nosotros mostrando sus heridas e invitándonos a salir, enviándonos a servir, a ser con otros para crecer y amar. Cada momento de ansiedad y tristeza tiene también un lado luminoso. Si dejamos que Jesús entre a nuestros espacios más oscuros, recibiremos la paz y el Espíritu para salir a servir. En el servicio, en el ver al otro como hermano y hermana se juega nuestra existencia, nuestra humanidad y nuestra capacidad de amar. No dejemos que la luz que hemos recibido de Jesús se pierda.

* Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook: Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia

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Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile

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