El Evangelio que anunciamos las mujeres. “Abrirnos al otro”

El Espíritu Santo es quien nos acompaña en todo nuestro proceso de aprendizaje, seamos humildes y pidámosle ayuda para superar nuestras crisis personales, para superar la pena que tiene hoy la Iglesia.

Domingo 27 de mayo
Abrirnos al otro” (Mt 28, 16-20)

Este hermoso relato que hace énfasis en la Santísima Trinidad nos evoca al amor y la confianza más pura. Nos hace detenernos un momento y reflexionar a quién —o también a qué— nos entregamos diariamente, hasta en nuestros quehaceres más pequeños. ¿Existe en nosotros una confianza total hacia el otro? ¿Existe una confianza plena en Cristo?

No es suficiente con obedecer ciegamente el mandato que nos da, como en el caso de los discípulos que van al monte a buscarlo con gran esperanza, a pesar de que, al verlo, algunos dudaron. Una obediencia que carece de amor nos hace tambalear en la esperanza.

En cambio, cuando comprendemos la obediencia de manera no peyorativa, cuando la establecemos a partir del amor y la libertad, nos abrimos a la a compañía de otro, un amigo, una hermana. Nos abrimos, para no encerrarnos en la duda. Nos abrimos para llegar, más allá de la duda, a Jesucristo que se nos presenta. De esta forma, el diálogo pasa a ser fundamental en nuestra vida: necesitamos aprender que podemos mirar de diferentes perspectivas, a establecer relaciones con otr@s, con nosotr@s mism@s y con Dios, pues pertenecemos a una comunidad, somos el pueblo de Dios. Me abro a ese otr@, y me abro a Dios.

¿Acaso nosotr@s dudamos de Jesucristo cuando se nos hace presente, de su Gloria y Gracia? ¿Acaso dudamos de su enseñanza? Probablemente, sí. Porque el ser cristianos no es solo quedarse con la alegría de saber que Cristo resucitó, también tenemos una misión que muchas veces no es fácil, no lo fue en sus principios, ni tampoco lo es hoy. ¡Pero no todo es tragedia! El Espíritu Santo es quien nos acompaña en todo nuestro proceso de aprendizaje, seamos humildes y pidámosle ayuda para superar nuestras crisis personales, para superar la pena que tiene hoy la Iglesia. Volvamos a ordenar nuestras prioridades, a rezar sin miedos, sin vergüenzas. Dios nos invita a despojarnos de todo, incluso de los dolores más profundos del alma, para así poder encontrarnos realmente con Cristo. Confiemos verdaderamente en Él.

Reflexionado estos aspectos más básicos de la fe, y la alegría de saber que Cristo está con nosotro@s iluminando el confuso camino de la vida, queda el reto de compartir y anunciar esta hermosa fe, esta comunidad que tiene una fuerza imparable y amable, como nos enseña Él mismo: en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Dios abriéndose al otro, a la humanidad.

“No te pido que los retires del mundo, sino que los guardes del maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo. Santifícalos en la verdad: tu Palabra es verdad” (Jn,17, 15-17).

* ¡Queridas amigas y compañeras de ruta, queridos amigos! Desde el primer domingo de Cuaresma, y hasta el último domingo del año litúrgico 2018, estaremos compartiendo con ustedes una reflexión sobre el Evangelio dominical. Con ello queremos visibilizar y compartir un comentario dicho por mujeres sobre la Palabra. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook, Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/

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Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile/

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