El Evangelio que anunciamos las mujeres. «Al modo de la familia de Nazaret»

Al parecer somos todas, un poco más o un poco menos, familias de Nazaret.

Domingo 26 de diciembre de 2021
La Sagrada Familia
Lucas 2, 41-52

Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua.

Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres.

Estos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca.

A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”.

Él les contesto: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”.

Pero ellos no comprendieron lo que quería decir.

Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad.

Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

AL MODO DE LA FAMILIA DE NAZARET

En este Chile tan revuelto producto de la contingencia, hoy celebramos a la Familia de Nazaret, una familia bastante peculiar. Desde muy niña escuché que esta familia debía ser ejemplo para mi familia y todas las familias que abrazábamos la fe, gran complicación; mi familia era mamá, abuela, hermana y yo, lejos de la familia tradicional impuesta y lejos de ser imagen de la de Nazaret, no calificábamos.

Entonces empecé a mirar a la Familia de Nazaret, encontré a una niña adolescente embarazada, sí, a María, como muchas adolescentes acuestas con una maternidad cuestionada, un hombre, José, que al primer indicio del estado de María titubea, la rechaza, ¿no nos suena común?, hasta que interviene un tercero, un Ángel, para mostrarle el sentido del Sí, del Hágase, del Fiat; luego a un hijo, Jesús, muy distinto, con ideas fuera de lo común, como tantos hijos e hijas adolescentes, como lo muestra el Evangelio: padres angustiados buscando al hijo y, al cuestionamiento, pregunta: “¿Por qué me buscan?”. Soy madre de tres y esas respuestas nunca las esperamos.

En este tiempo hemos apreciado las diferentes posturas acerca de lo que debe ser la familia, a propósito de la ley de matrimonio igualitario; su composición, la tradición, lo correcto o incorrecto, y me pregunto: ¿Dónde está nuestra mirada, donde encontramos, o veo reflejada a la Familia de Nazaret?

Esta familia al parecer es mucho menos rígida que la tradicional, yo quise repensarla, mirarla de nuevo, darle una vuelta, buscar la mirada de Dios, buscar el amor como base fundamental en donde, independiente de su composición e integrantes, caben todas sin exclusión, quién podría decir si una o la otra catalogan para tener como ejemplo a la Familia de Nazaret, una familia muy distinta, pidiendo hospedaje para parir, el hijo de Dios no tiene dónde nacer, migrantes, huyendo para salvar la vida de Cristo, con un hijo que no es como los otros, es indisciplinado, revolucionario, agitador de masas, con un mensaje que incomoda a la sociedad, que no es bien recibido y que tiene las consecuencias conocidas.

Es tan diversa, como muchas, pero tiene lo más importante, el amor, que es Dios mismo, al parecer somos todas, un poco más o un poco menos, familias de Nazaret, diversas, distintas, poco tradicionales, tradicionales, cuestionadas, admiradas, los míos, los tuyos, los nuestros, dos papás, dos mamás, una abuela, una tía, etc. Porque en esta diversidad nos une algo que es el amor, ese amor que proviene del mismo Dios, que nos abraza a todos y a todas, como una Madre cuando arrulla a sus pequeños.

Entonces si el amor es la base de las familias; porque cuestionamos tanto a las familias que se alejan de la forma “tradicional”, ¿por qué nos haces esto?, ¿por qué le hacemos esto? Si la familia de Nazaret rompió el molde de los estereotipos, nuestro amado Dios no busco lo establecido para que llegara su Hijo, todo lo contrario, si el mismo Jesús incluyó a todas y a todos, nos hermana en el mensaje de la Buena Nueva, quizá es tiempo de repensar en el mensaje que nos regala Dios a través la Sagrada Familia de Nazaret.

Tal vez nos debemos preocupar más de las cosas del Padre como familia, como comunidad, como país, detenernos en pesar qué son esas cosas que me ocupan, que le podamos decir convencidas a nuestros hermanos y hermanas, ¿por qué me buscan? ¿No saben que estoy ocupada en las cosas de Dios?

Hoy celebremos al modo de la Familia de Nazaret; abrazando, convocando, como ejemplo fecundo del amor sin condiciones, arriesgado, comprometido, sin límites, que no se centra en lo individual ni en lo particular, sino que se abre a todos, a todas, y a todes también.

Que la Ruah bendiga a cada una de nuestras familias de Nazaret en este nuevo tiempo que comenzamos a caminar.

* Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook: Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia

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Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile

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