El Evangelio que anunciamos las mujeres. “Bendecir”

Bendecir la vida es bendecir a Dios. Volvamos, en estos tiempos tan turbulentos, a bendecir, en gestos pequeños, explícitos, conectadas con la bendición que recibimos cada día de Dios.

Domingo 2 de junio
Bendecir” (Lucas 24, 46-53).

Leyendo y releyendo el Evangelio de este domingo, me quedo con tres elementos que quisiera compartir con todas y todos ustedes, por si también les mueve el corazón.

Lo primero que me llama la atención en este Evangelio es la aparente ausencia de mujeres. No se mencionan, y el autor del Evangelio, un médico que, según las investigaciones sobre las primeras comunidades cristianas, abogaba más bien por un rol tradicional para las mujeres, no nos dice si las incluye cuando se refiere a “ellos, los discípulos”.

Jesús, como pionero, justo, amigo y defensor de todos, estaba rodeado de ellas. Pero no se ve referencia aquí. Creo que se debe a la fuerza de la cultura de la época cuando el Evangelio fue escrito, así, por ejemplo, lo explica Elisa Estévez, sin embargo, descubrimos una revelación implícita cuando Lucas cuenta que Jesús los llevaba fuera de la ciudad, “hacia Betania”. Allí estaba la casa de Marta y María, eran muy amigas de Jesús. Es desde Betania donde habían partido para su misión y anuncio final, para Jerusalén. Es allí donde Jesús descansaba, donde enseñaba y donde resucitó a su amigo Lázaro. Es en su casa, que fue ungido para su funeral.

Lo segundo que me hace reflexionar, es que el Mesías tenía que padecer para resucitar. Como la mariposa, que, para volar, tiene que pasar por la crisálida. Normalmente queremos evitar el sufrimiento, pasar directo al placer, a la victoria, a la paz. Pero la verdadera paz, la victoria real y el placer, vienen solamente después de la lucha. Admiramos a un gran artista, o un gran pensador, pero solemos no ver el camino para llegar allí. Es el camino el que forja la victoria. Es el camino el que enseña.

En tercer lugar, me quedo con dos palabras que van juntas: penitencia y perdón. No se puede esperar perdón sin penitencia, sin reconocer y hacer gestos reales de arrepentimiento. Si no pasamos por el proceso de reconocer, avergonzarse y reparar nuestros errores, cualquier perdón es vacío. Termino con el bendecir. Me consuela y fascina que pasaban en el templo bendiciendo a Dios. Esta debería ser nuestra forma de vida de resucitadas y resucitados. Bendecir a todo y a todas, a todos. Al amanecer que nos encuentra vivos, al desayuno que tenemos y nos alimenta, a las y los amigos, al trabajo, hasta a las vicisitudes que nos van ocurriendo porque nos despiertan y nos ayudan a crecer. Bendecir la vida es bendecir a Dios. Volvamos, en estos tiempos tan turbulentos, a bendecir, en gestos pequeños, explícitos, conectadas con la bendición que recibimos cada día de Dios.

* Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el Evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de Jesús. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook: Mujeres Iglesia Chile, en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/ y en la página: https://kairosnews.cl

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Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile/

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