El Evangelio que anunciamos las mujeres. “Como el Padre me envió a mí, yo también las envío a ustedes”

El envío que nos hace Jesús es una invitación a renovar esa fuerza del Espíritu, de salir al encuentro de la misma manera como Él lo hizo, a dejarnos tocar por la realidad y sus necesidades, a construir una Iglesia-comunidad, que camina unida, servidora, aprendiz, sanadora y liberadora.

Domingo 20 mayo
Como el Padre me envió a mí, yo también las envío a ustedes” (Jn 20, 19-23)

Cuando tratamos de imaginar este momento de la vida de los apóstoles, es complejo. Por un lado, está el temor ante una realidad adversa que pareciera no dar salida y, por otro, está la esperanza de que aún no se ha dicho la última palabra. Sin embargo, hay algunos signos y palabras de este texto que dan la clave para seguir el camino de Jesús resucitado, y así decir sí a la esperanza: el primero es que se encuentran reunidos en comunidad, no está cada uno por su lado o de retorno a su antigua vida, sino juntos compartiendo los sentimientos y temores, tratando de buscar respuestas y de ser fieles a lo compartido y aprendido con Jesús. El segundo signo es reconocer a Jesús resucitado en medio de la confusión y el temor. El tercero, finalmente, es el envío que hace Jesús: “Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”.

Celebrar la fiesta de Pentecostés hoy es una invitación a estas tres claves. La primera, es a recuperar la dimensión comunitaria, esta figura de Iglesia Pueblo de Dios, que camina junta, compartiendo la vida, las experiencias, los saberes, donde todos y todas no solo caben, sino que tienen una participación activa construyendo y diversificando este pueblo de Dios por todos los rincones de la tierra.

La segunda, es reconocer al Resucitado en medio de un tiempo de confusión, en donde las seguridades se desvanecen y es preciso renovar la fe, una fe que tiene heridas, como las de las manos y el costado de Jesús, una fe que tiene historia y que nos lleva a buscar lo esencial del anuncio de Jesús que nos invita a poner la mirada en sus palabras. De allí mismo surge la tercera clave: “Cómo el Padre me envió a mí, Yo los y las envío a ustedes”. Jesús es enviado por el Padre en medio de la humanidad, sin seguridades, abierto al encuentro, con el único poder dado por Dios, “el amor”, que lo mueve a sanar, perdonar, y liberar ataduras.

El envío que nos hace Jesús es una invitación a renovar esa fuerza del Espíritu, de salir al encuentro de la misma manera como Él lo hizo, a dejarnos tocar por la realidad y sus necesidades, a construir una Iglesia-comunidad, que camina unida, servidora, aprendiz, sanadora y liberadora.

* ¡Queridas amigas y compañeras de ruta, queridos amigos! Desde el primer domingo de Cuaresma, y hasta el último domingo del año litúrgico 2018, estaremos compartiendo con ustedes una reflexión sobre el Evangelio dominical. Con ello queremos visibilizar y compartir un comentario dicho por mujeres sobre la Palabra. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook, Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/

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Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile/

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