El Evangelio que anunciamos las mujeres. «Como una estrella y con ofrendas ¡vamos!»

Sin duda la estrella de Belén es una expresión de luz y amor.

Hoy celebramos una de las Epifanías del Señor, donde Él se manifiesta y da a conocer, y en este caso a tres personas de conocimiento para la época. Ahora, así como se muestra ante ellos, me reconforta pensar que Dios está constantemente viendo cómo mostrarse ante cada uno, porque en nuestras vidas tenemos una o más estrellas de Belén que nos dicen “este es el Señor”, “esto es de Dios”, y nos guían hacia Dios, y van cambiando durante nuestro camino; tal vez fueron nuestra mamá o papá, la abuelita, la tía, quienes nos comenzaron a hablar de Dios y nos enseñaron a rezar, tal vez fueron los catequistas de la parroquia que nos formaron en la vida de Jesús, tal vez los amigos y amigas que con sus testimonios nos mostraron a un Dios de esperanza o en quien refugiarse, tal vez nuestros hijos o hijas a quienes vemos como el regalo de amor más grande. Sin duda la estrella de Belén es una expresión de luz y amor, y puede ser bueno detenernos a preguntarnos ¿quiénes han sido?, ¿quiénes son hoy? Y es más que seguro que nosotras también lo somos para una o más personas de nuestras vidas, ¡qué maravilloso!, ¡qué responsabilidad!, sí, pero ¡qué maravilloso!

Hemos visto de los evangelios que tenemos un Dios que sale al encuentro, en este caso a través de la estrella, pero también hay una respuesta y movimiento por parte de los reyes magos, pues llegaron desde Oriente a adorar, dice la Lectura. Entonces ¿cuál ha sido mi respuesta? ¿Estoy en movimiento? Y esto también es tan personal. Puede que en este momento digamos con ímpetu, puede que digamos pero ya no tanto como antes y, ¡ay!, puede que aparezcan las excusas, porque personalmente me pasó un poco cuando leí el texto, el remezón de decir “bueno, no puedo salir de Oriente por uno y otro motivo, ya sea porque tengo una familia que cuidar, un trabajo que mantener”, etc. Y puede que sea así, y no está mal. Dios es tan dulce y buen entendedor, que no nos pedirá lo extraordinario ni nos amará menos por eso; de hecho y muy probablemente nos diga: “Lo estás haciendo increíble, eres una excelente mamá, eres un maravilloso papá, sales a trabajar aunque a veces no tengas ganas, eres un buen hijo/a, eres amable, eres graciosa, eres atento, le has hablado a otras personas de mí, te has preocupado de quien lo está pasando mal, has salido adelante… sí estas saliendo de Oriente”.

Hemos visto de los evangelios que tenemos un Dios que sale al encuentro, en este caso a través de la estrella, pero también hay una respuesta y movimiento por parte de los reyes magos, pues llegaron desde Oriente a adorar.

Y en este caminar, vamos también con nuestras ofrendas. Los reyes magos llevaban oro, incienso y mirra, que son tres elementos ofrecidos para reconocer al niño Jesús como Dios y, claro, nosotras y nosotros no tenemos exactamente lo mismo para ofrecer, pero ¿qué podríamos ofrecer? Creo que hoy podríamos también llevarle tres regalos que significan reconocerlo como el Dios de nuestras vidas. Primero, motivos de agradecimiento, reconocer lo que tengo, lo que he aprendido, experimentado, lo que soy, y que viene de Él, a veces no nos damos cuenta, pero más de una persona agradece por nosotras y nosotros; gracias, Señor.

Segundo, pedirle a Dios lo que necesita nuestro corazón. Quizás este sea nuestro regalo más común, pedirle cosas a Dios, pero ¿es un regalo? Claro que sí, Él nos dice que vayamos hacia Él, que confiemos, mantengamos la esperanza, tenemos en quien depositar absolutamente todo, con nuestras debilidades, enojos, frustraciones, dolores, miedos e incluso dudas. Todo lo recibirá, lo escuchará, lo transformará. Te rogamos Señor.

Y tercero, el tiempo. ¿Cuánto de mi día, de mi semana, de mi vida dedico a Dios? No sabemos si es suficiente para Él y quizás sí… Qué mejor que dedicarle tiempo al amor. El tiempo es oro, como dice la frase.

¡Levántate, resplandece, porque llega tu luz y la gloria del Señor brilla sobre ti! Dice Isaías en la primera lectura, y parece una frase motivacional de internet, pero es tan cierto. Nuestro Dios sale al encuentro y a nuestro paso y por nuestro particular camino, nosotros y nosotras vamos también, a dejarnos iluminar, a brillar, a levantarnos y resplandecer.


Fuente: Mujeres Iglesia Chile / Imagen: Pexels.

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