Wiñol Tripantu (Año Nuevo Indígena): Renovar la alianza con nuestros ancestros; la dualidad, la madre tierra y Chau Ngenechen.
Domingo 23 de junio
Edición Especial con motivo del Wiñol Tripantu
“Desde la luz de mi vela nativa” (Marcos 14, 12-16).
Este Evangelio me llamó y condujo a reflexionar la invitación del Señor a la preparación de la celebración de la Última Cena, y lo importante de ella. Ver detalles que son muy significativos y están bajo perfil, por ejemplo, el escoger un lugar especial, tanto físico como espiritual, adecuado para la celebración junto a sus apóstoles y discípulos; porque si decimos discípulos, ahí también estamos las mujeres, que hemos caminado desde siempre con Jesús. La importancia también de rociar la mesa, purificándola para así celebrar todos juntos en un lugar especial. En esta Cena, Él celebra una Nueva Alianza, la cual se irradiará al mundo, quedando sellada con Su propia vida, entregada por nosotros(as). Jesús nos muestra que es su propia vida, con la que preside esta gran fiesta, Él es el verdadero pan bajado del cielo y ofrece Su propia sangre; confirmando así Su Nueva Alianza, la que después se derramará a toda la humanidad como signo de unión y de permanencia con nosotros hasta el fin del mundo. Además nos muestra y confirma que Jesús nos puede llevar al Reino de los Cielos; nos ofrece ser parte del Reino, en forma definitiva, invitándonos a ser: seguros, perseverantes y fuertes en la fe, no tibios; cercanos en el amor los unos a los otros, en el respeto a la diversidad del pueblo que lo sigue, en la valentía y seguridad de anunciar y denunciar el mensaje de Su Padre; iluminados por la fuerza y la luz del Espíritu Santo, que nos impulsa en nuestro compromiso de ir al encuentro de nuestros hermanos más sencillos, cercanos, humildes, frágiles, necesitados, tanto en lo espiritual como en lo material.
En la lectura también vemos lo importante que es para Jesús el lugar donde celebrar, en un ambiente festivo, cercano e íntimo; vemos la importancia del hombre encargado del cántaro de agua, tal como Jesús lo había indicado, se preocupó de todo, sabía cómo tenía que estar todo listo y dispuesto para la ceremonia de la Nueva Alianza, que trae esperanza, cercanía y amistad; demostrada en la confianza que Él depositó en quienes le acompañaban, y en el mensaje, mandato de amor, que dejó para el bien del mundo.
Desde la luz de mi vela nativa, hago la conexión con la celebración del Wiñol Tripantu (Año Nuevo Indígena), que llevamos desde siempre celebrando los Mapuche y Hermanos indígenas de otros Pueblos, en forma familiar o con amigos, celebración en la cual vamos renovando la alianza con nuestros ancestros; la dualidad, la madre tierra y Chau Ngenechen. Desde el 21 al 24 de junio, fiesta en la que nos renovamos preparándonos con anticipación en el corazón, cuerpo y alma. Ahí, no nos deben faltar elementos básicos como el agua, que es una bendición, purificación, limpieza y renovación; el alimento, que nos fortalece y nos sostiene en nuestro caminar en el día a día; y el compartir entre todos y todas: mayores, jóvenes y niños y niñas. Al iniciar esta ceremonia, en el rehue (altar), se realiza la oración, presidida por la autoridad mapuche en su idioma propio, para agradecer, bendecir y pedir la renovación de la fuerza y alianza en lo espiritual, salud y ñukemapu (madre tierra) para el nuevo año que se inicia. Pedimos a Chau Ngenechen que realice y establezca el equilibrio de la naturaleza y del ser humano en su entorno. Luego compartimos los alimentos bendecidos que nos dejarán fortalecidos, compartiendo historias, leyendas y mate.
Uniendo estas dos reflexiones, dos realidades o mundos que confluyen en mí, en este tiempo tan difícil e impersonal que estamos viviendo, tanto para nuestros hermanos Mapuche y de otros Pueblos; veo la necesidad de confirmar el mensaje que hizo vida Jesús y que nos sigue invitando a vivirlo en la actualidad. Como dice un amigo: “Jesús dice: ahora necesito sacerdotes que sean compañeros de viaje en la vida, más que guías que muestran el camino y no caminan en él”.
Invito a que abramos nuestros corazones, con disposición a dejarnos renovar por la fuerza del Espíritu que viene de lo alto, y a la madre naturaleza, respetarla y cuidarla. Aprendiendo todos a caminar como hermanos en la Fe, a ser uno con el otro, en el respeto, en el diálogo, en la acogida, en la aceptación del ser diferentes unos de otros, en lo religioso, racial y social; en la integración, la escucha y el reconocimiento de los Pueblos Indígenas; en la valoración y respeto hacia las mujeres y los migrantes, respondiendo así, al llamado del Küme Mongen (Buen Vivir).
* Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el Evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de Jesús. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook: Mujeres Iglesia Chile, en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/ y en la página: https://www.kairosnews.cl
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