El Evangelio que anunciamos las mujeres. El soplo del Señor, la Ruah

Veamos en nuestra práctica concreta, qué tan conscientes somos de esa tremenda fuerza de amor que está en nosotras/os.

Domingo, 14 de mayo de 2023
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según San Juan 14, 15-21.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

“Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos.

Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce.

Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes.

No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes.

Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero ustedes sí me verán, porque yo vivo y también ustedes vivirán.

Aquel día comprenderán que yo estoy en mi Padre, y que ustedes están en mí y yo en ustedes.

El que recibe mis mandamientos y los cumple, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo lo amaré y me manifestaré a él”.

En este evangelio, Jesús nos habla del Espíritu Santo, la Ruah: el soplo, el viento, la gracia de Dios, lo sentimos, nos guía, nos permite ver a Cristo crucificado y resucitado a lo largo de la historia y de nuestro día a día. Nos fortalece para enfrentar las situaciones difíciles y nos anima a celebrar la presencia de Jesús resucitado.

La lectura dice claramente que lo conocemos, que permanecerá con nosotras y estará con nosotras.

La lectura hace un contraste entre el mundo, podríamos decir lo mundano, que aparece cuando nos olvidamos de Dios y del prójimo y queremos asegurarnos a toda costa… Con esta actitud no podemos recibir el Espíritu de Dios. Así no se puede.

Y por otro lado están las discípulas y discípulos de Jesús, el pueblo de Dios sin distinciones, los que acogen la palabra de Dios y el modo de ser de Jesús: “Ustedes, en cambio, lo conocen, porque mora con ustedes” (San Juan 14, 17).

Recordemos las palabras de Jesús al comenzar su ministerio: “El espíritu del Señor está sobre mí y me envió a anunciar la buena noticia a los pobres,…” (San Lucas 4,18-19).

Y las de María en el Magníficat: “Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque se fijó en la humildad de su servidora” (San Lucas 1, 46-48).

Todo el pueblo de Dios, hombres y mujeres, tenemos el Espíritu de Dios, por la gracia del sacramento del bautismo. Y así como a Jesús y María les fortalece para la misión, también lo hace con cada una de nosotras.

Veamos en nuestra práctica concreta, qué tan conscientes somos de esa tremenda fuerza de amor que está en nosotras/os, preguntémonos: ¿De qué manera yo siento que el Espíritu de Dios está presente en mi vida? ¿Qué tan abierta estoy a recibir el impulso de la Ruah?

¿De qué manera yo siento que el Espíritu de Dios está presente en mi vida?

Es necesario detenerse a oír. Démonos un tiempo de silencio en oración para oír que nos sopla el Señor. Podemos escribir lo que nos dice y luego compartirlo con alguien de confianza.

Es la Ruah la que nos habla, nos da vida y nos interpela. Queridas hermanas de Mujeres Iglesia, comunidad y cristianas todas, dejémonos llevar por la Ruah en estos tiempos difíciles, tengamos los ojos abiertos a la esperanza, utilicemos nuestra intuición, encontremos en el silencio de nuestro corazón a Jesús resucitado. Él nos trae la Paz que nos da la certeza de que estamos haciendo lo correcto. Seamos mensajeras de buenas noticias, así como la profetisa Ana (San Lucas 2, 36-38), y valientes seguidoras de Jesús como María Magdalena (San Lucas 8,2).

Así sea.


Fuente: Mujeres Iglesia Chile / Imagen: Pexels.

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