¿Qué responder si me preguntan qué significa para mí rezar?, ¿cómo sintetizar, en palabras, algo tan profundo?
Domingo 26 de julio
“La oración en la relación con otros”
Lucas 11, 1-13
Al leer el Evangelio de hoy, me pregunté ¿qué responder si me preguntan qué significa para mí rezar?, ¿cómo sintetizar, en palabras, algo tan profundo?
Buscando las palabras, me di cuenta que para mí rezar es algo tan íntimo y a la vez tan simple, como tener una conversación sincera y cercana con un amigo. Un amigo que acoge, que está siempre, que lo necesito, que se alegra con mis logros y me levanta cuando me siento abrumada. Un amigo que por sobre todo me ha enseñado a amar y a saberme amada. Como dice el Evangelio, “pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá la puerta”.
Seguí buscando cómo transmitir el sentido que la oración tiene en mi vida, y la respuesta brota desde mi relación con Jesús. Encontré que este amigo —con el que puedo conversar cada vez que lo siento necesario— tiene distintos rostros con los que convivo día a día. Entonces, me pregunto ¿cómo se vive la oración en lo cotidiano? Para mí, se vive en la relación con el otro/a, con el hermano/a, con la comunidad, con el pobre, el migrante, el adicto, el adulto mayor, el niño, la mujer, el hombre, el transgénero… Así como Jesús me acoge en la oración, siento la responsabilidad de dar testimonio de ello en mi relación con los demás. En cómo doy acogida a quien lo necesita, cómo comparto mi alimento con el que tiene hambre; cómo abrigo al que tiene frío, cómo oriento a quien se siente confundido, y en cómo ofrezco mi compañía a quien se siente solo.
En los tiempos actuales, en que cada vez estamos más sumidos en el individualismo, qué difícil resulta ser empático con la experiencia del otro. Qué difícil es en estos tiempos en que abunda la desconfianza, darnos el tiempo de mirar a los ojos, preguntar y escuchar, a quien no conocemos, pero que nos pide ser acompañado.
Siento que Jesús nos llama no solo a que seamos capaces de pedir a través de la oración, sino también, a hacer de la oración una forma de entrega, un modo de ofrendar lo que somos desde el Amor que recibimos. Una oración en lo cotidiano, que trasciende las palabras y se hace acción. Una oración que se construye en el amor y en la alegría de caminar con otros.
De esta forma, el Padre Nuestro, y en general la oración en su amplio modo de expresión, serán reflejo de nuestra relación íntima con Dios, con nosotros mismos y con los demás.
* Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el Evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de Jesús. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook: Mujeres Iglesia Chile, en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/ y en la página: https://www.kairosnews.cl
_________________________
Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile/