Que María nos enseñe a amar y abrazar con ternura y bondad a todos y todas, y que nunca rechacemos a nadie por ser diferente.
Domingo 23 de diciembre
“Las madres que se abrazan” (Lc 1, 39-45).
Dos mujeres nos enseñan, María, la joven que sale corriendo para ir en ayuda de su prima Isabel, y la mujer adulta, Isabel, que sabe reconocer la presencia de Jesús, el Hijo de Dios, en María.
María, mujer portadora de buenas noticias, se arriesga, y sin pensar mucho se pone en marcha y lo hace para hacer el bien, para servir, para ayudar, porque sabe que la necesitan.
Nos gustaría ser como María, transmitir buenas noticias, hacer el bien a los demás, que sea ella quien nos enseñe a ser portadoras de esperanza; lamentablemente muchas veces nuestro egoísmo nos supera y nos quedamos en el dolor, la angustia y no somos capaces de ver que hay otras y otros que lo pasan más mal que nosotras.
María, la mujer que abraza con profunda ternura a su prima, su abrazo es también el abrazo de Jesús que en ella abraza a la humanidad, de manera especial a los y las excluidas de su tiempo, como una anciana que ya no podía tener hijos, ¿cuántas veces nosotras excluimos a nuestras compañeras por distintas razones? Que María nos enseñe a amar y abrazar con ternura y bondad a todos y todas, y que nunca rechacemos a nadie por ser diferente.
Isabel es feliz porque fue visitada por María y Jesús; solo una mujer como ella podía sentir la presencia de Dios, valora el que su prima haya pensado en ella y viajado desde tan lejos por las colinas para llegar a su encuentro, y con corazón agradecido exclama: “¡Bendita entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!”. ¿Quién soy yo para que venga la madre de mi Señor a visitarme?
Pensando en Isabel, que es tan agradecida y con tanto gozo celebra la visita de su prima, le queremos pedir a Jesús nos dé a todas un corazón agradecido, porque muchas veces no valoramos los tremendos esfuerzos que hacen nuestras familias y los voluntarios por visitarnos y traernos un poco de consuelo a nuestros corazones tristes.
María e Isabel, las madres que se abrazan, sin entender mucho lo que sucedía con ambas, se funden en un abrazo fraterno y, en este gesto, se abrazan también sus hijos, Juan y Jesús, quienes luego de adultos iniciarían juntos una gran misión. Nadie podía imaginar lo que sería el futuro de este encuentro.
Los y las invitamos a abrazar y abrazarnos, que en esta Navidad seamos capaces de dejar atrás los rencores, las envidias y todo aquello que nos aleja de vivir en profundidad el gran misterio de esta Noche Santa y, como lo hicieron los pastores, vayamos al pesebre, con lo que somos y con lo que tenemos, porque a Dios nunca le engañaremos, Él nos conoce desde siempre, tal cual somos.
* ¡Queridas amigas y compañeras de ruta, queridos amigos! Con alegría comunicamos que seguiremos compartiendo con ustedes, semana a semana, una reflexión al Evangelio dominical. Este nuevo periodo, inició el primer domingo de Adviento y se extenderá hasta el último domingo del año litúrgico 2019. Sentimos necesario darle continuidad a este espacio de expresión para mujeres que se dejan interpelar por La Palabra. Con esto buscamos visibilizar la acción de la Ruah —La Espíritu— que anima nuestras vidas y comunidades en la construcción del Reino. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook, Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/
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