El Evangelio que anunciamos las mujeres. ¡Vida en abundancia!

Así como el pastor llama a sus ovejas, Dios nos reconoce, nos llama por nuestros nombres, conoce nuestros talentos, triunfos y fracasos.

Domingo, 30 de abril de 2023
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas 10, 1-10.

Jesús dijo a los fariseos: “Les aseguro que el que no entra por la puerta en el corral de las ovejas, sino por otro lado, es un ladrón y un asaltante.

El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas.

El guardián le abre y las ovejas escuchan su voz. Él llama a cada una por su nombre y las hace salir.

Cuando las ha sacado a todas, va delante de ellas y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz.

Nunca seguirán a un extraño, sino que huirán de él, porque no conocen su voz”.

Jesús les hizo esta comparación, pero ellos no comprendieron lo que les quería decir.

Entonces Jesús prosiguió: “Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas.

Todos aquellos que han venido antes de mí son ladrones y asaltantes, pero las ovejas no los han escuchado.

Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento.

El ladrón no viene sino para robar, matar y destruir. Pero yo he venido para que las ovejas tengan Vida, y la tengan en abundancia”.

En los tiempos de Jesús, los pastores durante el día llevaban a sus ovejas donde hubiera agua y comida y durante la noche reunían a sus rebaños y las llevaban a un corral, donde se quedaban cuidándolas de los animales salvajes, siendo ellos la puerta de los corrales. Las ovejas reconocían la voz de su pastor y solo ante él respondían cuando eran llamadas.

En el Evangelio de hoy, Jesús habla a los fariseos utilizando la comparación con el pastor y sus ovejas, mostrándoles a ellos que Él es la puerta de entrada de las ovejas y que quien entra por la puerta y no la salta o la rodea como los ladrones, tendrá vida y vida en abundancia.

Las palabras que Jesús dice a los fariseos nos interpelan en modos diversos, pero quiero detenerme puntualmente en tres aspectos que, pasando por el corazón, dan testimonio del amor profundo de Dios con nosotras y nosotros.

Un primer elemento al que Jesús hace alusión es al pastor que llama a sus ovejas por su nombre y ellas responden porque conocen su voz, es aquí la muestra de la conexión del pastor y sus ovejas, una respuesta dada únicamente por las características de la voz, como cuando nos habla un familiar, una amiga o amigo, alguien a quien amamos y cuya voz reconocemos entre tantas otras voces que pueden ser iguales a oídos de quien no les conoce, de aquí la pregunta: ¿No es así el amor que Dios tiene por nosotras, por nosotros?, ¿no es su amor capaz de reconocer nuestra individualidad y amarnos en ella? Así como el pastor llama a sus ovejas, Dios nos reconoce, nos llama por nuestros nombres, conoce nuestros talentos, triunfos y fracasos, nos va a buscar luego de un largo día y nos abre las puerta para que descansemos en su presencia y, así como el pastor no se cansa de llamar, Dios tampoco lo hace con sus hijas e hijos y nos recuerda en rostros, momentos, imágenes, palabras, historias, que está y se queda en medio nuestro, poniendo especial atención a nuestras particularidades para recibirnos cada vez que le necesitemos.

Un primer elemento al que Jesús hace alusión es al pastor que llama a sus ovejas por su nombre y ellas responden porque conocen su voz, es aquí la muestra de la conexión del pastor y sus ovejas.

Jesús también habla a los fariseos sobre los ladrones y asaltantes. Ladrón y asaltante implican violencia, mentira, engaño, destrucción. ¿Qué o quiénes son actualmente los ladrones y asaltantes que nos alejan del pastor que llama a sus ovejas? Pienso en la actualidad y en el individualismo del que somos parte, en el ruido cotidiano de las calles y el silencio de nuestras mesas consumidas por la tecnología, en las redes sociales que parecen rodearnos de personas a la vez que sentimos la soledad a diario y me pregunto nuevamente, ¿estamos realmente escuchando al pastor cuando llama a sus ovejas o estamos escuchando a ladrones y asaltantes? Jesús da con la clave para responder y es que el ladrón no viene más que a destruir nuestras vidas, mientras que Él nos ofrece vida y vida en abundancia.

Y de aquí el último de los modos en los que Jesús nos interpela, porque es Él quien dará vida a las ovejas y dará vida en abundancia, pudiendo estas ser salvadas y encontrar su alimento. ¿No es acaso esta la promesa que Dios nos hace? Regalarnos vida y vida en abundancia, vida que se multiplica en las historias compartidas, en los rostros acompañados, en el tiempo regalado y el amor donado, vida que Dios nos invita a vivir con abundancia, a no desperdiciar en los sinsentidos, a gastarla en las horas entregadas, en las personas que necesitan de nuestras manos, de nuestro esfuerzo, de nuestro amor, de nuestra vida.

Y es que Dios es finalmente quien nos llama por nuestro nombre para regalarnos vida y para hacernos también la invitación a regalarla, a entregarnos a otras personas con esmero, con cariño, con dedicación, con tiempo, paciencia, porque allí, en la vida regalada y compartida, está la promesa de una vida en abundancia. Que no nos nublen entonces los ladrones de nuestro tiempo, que no nos consuma el cansancio, las listas eternas de tareas, la apatía, el desánimo, la frustración, el egoísmo, que no nos mueva aquello que nos desvía del llamado que Dios nos hace a diario para regalarnos vida y vida en abundancia.


Fuente e imagen: Mujeres Iglesia Chile.

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