El Evangelio que anunciamos las mujeres: “…Vino de mañana, siendo aún obscuro al sepulcro; y vio la piedra quitada”

El Evangelio que proclamamos este Domingo de Resurrección presenta algunas claves relevantes para iluminar nuestro proceso de fe en la actualidad.

Domingo de Resurrección
…Vino de mañana, siendo aún obscuro al sepulcro; y vio la piedra quitada” (Jn 20,1-9).

El relato de la Resurrección de Jesús es la clave del misterio cristiano, tanto así que se repetirá en reiteradas ocasiones en el Nuevo Testamento que, si Jesús no hubiera resucitado vana sería nuestra fe (cf.1Co 15,14). El Evangelio que proclamamos este Domingo de Resurrección presenta algunas claves relevantes para iluminar nuestro proceso de fe en la actualidad.

Quisiera centrar la mirada en la Revelación dada a una mujer. En el contexto histórico de Jesús, seguramente un escándalo, y tal vez en nuestro tiempo aun un poco también, asumiendo nuestra Iglesia clericalista y gobernada por hombres.

Es en este contexto que el Evangelio nos presenta de manera magistral la valentía de María Magdalena, su coraje e ímpetu, que rompe las barreras y temores de la noche. Todos los apóstoles estaban atemorizados y escondidos, ante la decepción y el fracaso de la muerte en cruz del Maestro. Ella decide salir, no paralizarse y fruto de esta convicción descubre lo nuevo. Ante la duda, florece la esperanza y la posibilidad de transformación del Señor, que no está en el sepulcro.

La obscuridad genera angustia, andar a tientas, no tener claridad para ver con exactitud. María Magdalena va en la madrugada, en la obscuridad de la noche al sepulcro, “lugar de los muertos”. Este acto de valentía nos pone hoy en sintonía con los propios desafíos que debemos abordar como discípulas y discípulos de Jesús. En esta larga noche que estamos viviendo como Iglesia, en estos días de sepulcro, mal oliente, con podredumbre, frío y sombrío, el relato de la Resurrección vuelve a encender la esperanza.

Resucitar es abrir el sepulcro, ventilar; es meterse en la oscuridad y la muerte, para salir de allí renovados. Es dejar las vendas, las amarras y el sin sentido, la inmovilidad del cuerpo yaciente se reactiva soltando todo aquello que daña, que lastima, que enceguece y no permite mirar, abrazar, caminar.

Resucitar es volver a creer sin haber visto, volver a creer cuando solo hay vestigios de una posible esperanza que alberga el corazón, aun sin tener la certeza o convicción de lo verdaderamente ocurrido.

Que en este Tiempo Pascual podamos volver a mirar nuestras propias limitaciones que no nos permiten resucitar y transformar nuestras vidas. ¿Qué vendas debo quitarme para vivir con mayor plenitud? ¿Qué espacios son “lugares de muerte/sepulcros” en mi propia vida?

Que la fuerza de Jesús resucitado permita sobreponernos a la noche, y a pesar de andar a tientas, volver a confiar y poner nuestra esperanza en Él.

¡Feliz Pascua!

* Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el Evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de Jesús. Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook, Mujeres Iglesia Chile, y en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/

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Fuente: https://www.facebook.com/MujeresIglesiaChile/

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