El anuncio de alegría y esperanza que culmina el Triduo, nos recuerda que las cosas viejas han pasado y todo ha sido renovado en Cristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra glorificación, dijo el Santo Padre.
El Triduo Pascual, que inicia este jueves, fue el tema de la catequesis del Papa Francisco en el Miércoles Santo. «¿Cuál es la fiesta más importante de nuestra fe? ¿La Pascua o la Navidad?»: con esta pregunta el Santo Padre dio inicio a la catequesis en la Plaza de San Pedro, en un diálogo con los fieles para hacerles presente la importancia de esta fiesta cristiana, que es el núcleo y centro de nuestra fe.
Se trata de días, dijo el Pontífice, que constituyen la memoria del gran y único misterio, «la fiesta de nuestra salvación, la fiesta del amor de Dios por nosotros». Tres días santos que, por así decir, son la matriz de la vida personal de los cristianos, como lo es para los hermanos judíos, el éxodo de Egipto:
«Los días del Triduo Pascual —dijo en español— constituyen la memoria celebrativa del único y gran misterio de la muerte y resurrección de Cristo, y marcan las etapas fundamentales de nuestra fe y de nuestra vocación en el mundo. Estos tres días nos recuerdan los grandes eventos de la salvación realizados por Cristo y nos proyectan a nuestro destino futuro, reforzando nuestro compromiso y testimonio en la historia».
¡CRISTO RESUCITÓ! UN LLAMADO A LA MISIÓN
El Papa aludió luego al canto de la Secuencia en la mañana de Pascua, anuncio solemne de la Resurrección del Señor, que dice así: «Cristo, nuestra esperanza, resucitó y nos espera en Galilea». Y tras recordar que en distintos países del este europeo se saluda en los días pascuales con esa «conmovida exultación» de la resurrección de Cristo, precisó que dichas palabras contienen no solo un anuncio de alegría y esperanza, sino también una llamada a la responsabilidad y a la misión:
«El anuncio de alegría y esperanza —dijo en español— que culmina el Triduo, nos recuerda que las cosas viejas han pasado y todo ha sido renovado en Cristo, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra glorificación. Este anuncio es también una llamada a la responsabilidad en la misión, pues renueva en todos los bautizados el sentido de nuestra nueva condición, y nos invita a despojarnos del hombre viejo para vivir como hombres resucitados, que hacen del mundo un espacio nuevo donde ser, gracias a Cristo y con Él, instrumentos de consuelo y esperanza para aquellos que sufren todavía hoy la humillación y la soledad».
JESÚS EL ÚNICO QUE NOS JUSTIFICA Y NOS HACE RENACER
Sucesivamente, retomando las palabras del apóstol Pablo que resumen el evento Pascual, «Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado» recordó que nuestro Señor es el único que nos justifica y nos hace renacer, y que, para ello, «no se debe pagar nada», porque la justificación «es gratuita».
También trajo a la memoria que, en los primeros tiempos, en el día de Pascua se bautizaba a la gente, y anunció que, por ese motivo, en la noche del sábado bautizará a ocho adultos en la Basílica Vaticana.
La memoria del bautismo durante el Triduo Pascual, «advenimiento fundamental» que renueva en los bautizados a su condición nueva, nos lleva, como dice san Pablo, «a resucitar con Cristo y buscar los bienes del cielo», por ello, dijo el Papa «mirar hacia lo alto» y «ensanchar los horizontes», porque «esta es nuestra fe», «nuestra justificación».
EL CRISTIANO QUE SE DEJA LAVAR POR CRISTO, INICIA UNA VIDA NUEVA
En este punto de la catequesis que impartió en italiano, el Santo Padre manifestó tener que decir una cosa «dolorosa y triste»: existen cristianos falsos. Son lo que dicen «Jesús resucitó», «fui justificado por Jesús», pero que viven una vida corrupta.
«Un cristiano, repito, es pecador, todos lo somos, yo lo soy, pero tenemos la seguridad que cuando pedimos perdón, el Señor nos perdona. El corrupto finge ser una persona honrada, pero al final, en su corazón, hay putrefacción», expresó, y recordó a los presentes a los así llamados «cristianos mafiosos», que llevan la muerte en el alma y también a los demás. Cristianos que, según Francisco, «terminarán mal», por lo que invitó a rezar por ellos, para que el Señor toque sus almas.
LAVÉMONOS LOS OJOS DEL ALMA
Ya en el final de la catequesis, el Santo Padre compartió con los presentes una costumbre de su país y de varios países: «Cuando el día de Pascua se oyen las campanas, las mamás, las abuelas, llevan a los niños a lavarse los ojos con agua, con el agua de la vida, como signo para poder ver las cosas de Jesús, las cosas nuevas».
«Dejémonos, en esta Pascua, lavarnos el alma, lavarnos los ojos alma, para ver las cosas bellas y hacer cosas bellas. ¡Esto es maravilloso!». «Es un signo de cómo ver a Jesús Resucitado».
En los saludos a los fieles recordó, como es habitual, a los enfermos, los recién casados, los jóvenes y los ancianos, y les invitó a reflexionar sobre el precio de sangre pagado por el Señor para la salvación. A los peregrinos de lengua española, en particular, los llamó a disponerse a vivir bien el Triduo Santo para que, con la ayuda de la Virgen María, entremos de lleno en el misterio de Cristo, muerto y resucitado por nosotros, y así dejemos que él trasforme nuestra vida.
«Antes de terminar —añadió— quiero desearles a todos los presentes, a sus familias y comunidades una profunda vivencia del Triduo Pascual, y a todos una feliz y Santa Pascua. Y también un pedido. Les quiero pedir una cosa: Que cada uno de ustedes, así como hacen tanto barullo lindo, tengan el coraje de ir a confesarse en estos días. Hagan una buena confesión. Gracias».
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Fuente: www.vaticannews.va