“Dar lo mejor de uno mismo”, es el título de este documento elaborado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; presentado el 1 de junio en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
«Cuando una persona da lo mejor de sí misma, experimenta la alegría del deber cumplido. Todos quisiéramos poder decir un día, con San Pablo: “He peleado hasta el fin el buen combate, he concluido mi carrera, he conservado la fe” (2Tim 4,7)», con estas inspiradoras palabras comienza el primer documento de la historia de la Iglesia que ofrece una perspectiva cristiana del deporte y de la persona humana; elaborado por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida; y presentado el viernes 1 de junio, a las 11 de la mañana, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
PRIMER DOCUMENTO SOBRE LA RELACIÓN DEL DEPORTE Y LA FE
Un documento que consta de cinco capítulos con los que pretende ayudar al lector a “entender la relación entre dar lo mejor de uno mismo en el deporte y a vivir la fe cristiana en todos los aspectos de nuestra vida”.
En la presentación intervinieron el cardenal Kevin Farrell, prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, Antonella Stelitano, investigadora, miembro de la Sociedad Italiana de Historia del Deporte, Patrick Kelly, S.I., profesor asociado de Teología, Universidad de Seattle, EE.UU., y Santiago Pérez de Camino, responsable de la Oficina Iglesia y Deporte del Dicasterio.
Estuvieron también presentes algunos colaboradores y expertos del mismo Dicasterio que han contribuido a la revisión del documento y concedieron entrevistas en diversos idiomas; en italiano, el Sr. Daniele Pasquini, presidente de CSI Roma; en francés y alemán, el Prof. Dries Vanysacker, profesor de Teología en la KU Leuven en Bélgica; en portugués y español, Alexandre Borges de Magalhaes, escritor y coordinador general del Movimiento de Vida Cristiana en Perú, y en inglés Manoj Sunny, ex atleta olímpico en India y fundador del Movimiento Jesus Youth.
PONER AL CENTRO A LA PERSONA HUMANA
La atención al deporte no es algo nuevo para la Iglesia, que siempre ha manifestado un interés especial por todas las actividades cuyo centro es la persona humana.
En el centro está, en efecto, el ser humano, en su unicidad hecha de cuerpo y espíritu; está la necesidad de que todas sus actividades, incluida la deportiva, estén acompañadas por un bagaje de virtudes y buenas cualidades que le permitan elevarse y no caer nunca en los peligros que pueden acechar cualquier actividad humana.
DAR LO MEJOR DE UNO MISMO
En este sentido, el título del documento revela la esencia y la razón del interés y del compromiso de la Iglesia con el deporte: “Dar lo mejor de uno mismo”, es decir, “hacerlo lo mejor posible”; una frase que el Papa Francisco pronunció en su discurso dirigido a las asociaciones deportivas el 7 de junio de 2014 en la Plaza de San Pedro, con motivo del setenta aniversario del Centro Deportivo Italiano y que además el Pontífice ha citado repetidamente en muchas de sus audiencias e intervenciones, invitando sobre todo a los jóvenes a “no conformarse con un empate” en la vida.
El deporte, en definitiva, se asienta en este valor del esfuerzo, del sacrificio, en la idea de superar el propio límite trabajando duro, sin trampas, persiguiendo la victoria —aunque no a toda costa y sin límites— y, al mismo tiempo, aprendiendo a gestionar la derrota sin dejarse abatir.
ASÍ NACIÓ LA IDEA DEL DOCUMENTO
El documento se remonta a un proyecto ya iniciado por el entonces Consejo Pontificio para los Laicos, al que san Juan Pablo II había confiado la tarea de ser un punto de referencia para las organizaciones deportivas a nivel internacional y nacional y sensibilizar a las iglesias locales acerca de la atención pastoral en los ambientes deportivos.
Tal y como explicó el Card. Farrell durante su intervención, el escrito presentado “no pretende responder a todas las preguntas y desafíos que plantea hoy el mundo del deporte, sino que quiere contar la relación entre el deporte y la experiencia de la fe; a la vez que ofrece una visión cristiana de la práctica deportiva”.
Se trata, en definitiva, de un documento cuyo punto fuerte es la universalidad; un aspecto que caracteriza a la esencia del deporte practicado en todo el mundo, es decir, su capacidad de ir “más allá de la búsqueda de un resultado”; y que al mismo tiempo ofrece una serie de reflexiones que pueden ser de gran ayuda no solo para los clubes o las asociaciones deportivas, sino también para cada deportista y atleta individual.
LA RELACIÓN «DEPORTE Y FE» EN CINCO CAPÍTULOS
A lo largo de cinco capítulos, el documento va profundizando sobre la relación entre la fe y el deporte, haciendo hincapié en la visión cristiana de la práctica deportiva.
El primer capítulo explica las razones del interés de la Iglesia por el deporte y la necesidad de una pastoral deportiva, recordando que esta relación se apoya en tres pilares: el esfuerzo físico necesario para que el atleta pueda expresarse, las cualidades morales que deben sostener su esfuerzo, el deseo de paz, fraternidad y solidaridad que el deporte debe contribuir a difundir.
En el segundo capítulo, el documento traza las líneas principales del fenómeno deportivo y su contextualización en la sociedad contemporánea: el deporte como una especie de constante antropológica y como un fenómeno universal compatible con casi todas las culturas.
En el tercer capítulo se profundiza el tema del significado del deporte para la persona. Se parte de consideraciones sobre temas ya conocidos en el debate católico sobre el deporte (cuerpo-alma-espíritu) para ampliar la perspectiva del análisis a algunas cualidades inherentes al deporte; sentimientos que forman parte del ADN de los deportes y que a menudo se olvidan: el espíritu de sacrificio, el sentido de la responsabilidad, el respeto de las reglas, la capacidad de trabajar en equipo, la alegría, el valor, la solidaridad, la armonía.
El cuarto capítulo está dedicado a los retos abiertos, al deseo de contribuir a través del deporte a la promoción de valores auténticos, que puedan proporcionar a cada deportista un patrimonio para superar los muchos peligros con los que a menudo se enfrenta el deporte moderno, como el dopaje, la corrupción y la hinchada violenta.
El quinto y último capítulo está dedicado al papel de la Iglesia como protagonista en este camino de humanización a través del deporte. En casa, en la familia, en la escuela, en el gimnasio, en la parroquia: son tantos los lugares donde se manifiesta una pastoral del deporte que quiere desarrollar en cada sujeto, practicante o espectador ese bagaje de buenas cualidades y virtudes que caracterizan a un buen deportista, a un buen ciudadano y a un buen cristiano.
— Para descargar el documento completo: www.laityfamilylife.va
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Fuente: www.vaticannews.va