En tiempos difíciles daremos testimonio de Dios

Ser profetas, no temer ser odiadas/os y perseguidas/os por aquello, seguir firmes con una esperanza activa.

Domingo 16 de noviembre de 2025
Lectura del Santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19.

Jesús Predice la destrucción de Jerusalén.

Algunos hacían notar a Jesús las hermosas piedras y los ricos adornos que habían sido regalados al Templo. Jesús dijo: «Llegará el tiempo en que de todo lo que ustedes admiran aquí no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido». 

Le preguntaron entonces: «Maestro dinos cuándo sucederá eso, ¿cuál será la señal de que va a suceder?». 

Jesús contestó: «Tengan cuidado y no se dejen engañar, porque muchos vendrán en mi lugar, diciendo: ‘Yo soy el Salvador, esta es la hora de Dios’. ¡No los sigan! Cuando oigan hablar de guerras y disturbios, no se asusten, porque primero tiene que pasar eso, pero el fin no vendrá en seguida». 

Después les dijo: «Se levantará una nación contra la otra, y una raza contra la otra. Habrá grandes terremotos, pestes y hambre en una y otra parte. Se verán también cosas espantosas y señales terribles en el cielo. Pero, antes de eso, a ustedes los tomarán presos y los perseguirán; los entregarán a los tribunales judíos y los llevarán a las cárceles; los harán comparecer ante los reyes y gobernadores porque llevan mi Nombre. Esta será para ustedes la oportunidad de dar testimonio de mí. No se olviden entonces de lo que ahora les advierto, de no preparar su defensa. Porque yo mismo les daré palabras tan sabias que ninguno de sus opositores las podrá resistir o contradecir. Ustedes serán denunciados por sus padres, hermanos, parientes y amigos, y algunos de ustedes serán ajusticiados. Serán odiados de todos a causa de mi Nombre, pero no se perderá ni uno de sus cabellos. Manténganse firmes y se salvarán».

El texto del Evangelio de Lucas es ciertamente una lectura escatológica de una gran riqueza para el análisis y reflexión en nuestros días.

Las palabras de Jesús reaccionan en este texto ante el énfasis que ponían algunas personas de ese tiempo a los bellos adornos y riquezas que poseía el Templo, tal como tantas personas hoy ponen su interés en lo material en la vivencia de la fe. Ante esta situación, Jesús responde señalando que cada piedra de aquella construcción será destruida, es decir, aquello a lo que los ciudadanos de ese tiempo se aferraban para sostener y avivar su fe. Sin embargo, no es solo la destrucción del templo físico a la que se refiere Jesús, sino también a todo el caos que sobreviene históricamente y a las persecuciones que sufrirían también los cristianos en su camino de fe, experiencias que podemos asimilar a nuestro presente.

Con estas palabras proféticas Jesús impresiona a sus interlocutores, y estos, con curiosidad natural, lo interrogan entonces por el tiempo y las señales que indicarán cuándo este hecho catastrófico podría ocurrir, pensando estar preparados para ello. Entonces Jesús se aprovecha para señalar que muchos vendrán en su lugar intentando ponerse en su rol de Salvador, y que intentarán engañar a quienes lo siguen, y les advierte: «¡No los sigan!». En nuestros días, en medio de las adversidades que nos toca vivir y les toca vivir a otras/os en nuestra sociedad y el mundo, no estamos exentas/os de poder caer en el miedo y sucumbir, creyendo en las propuestas de personas que plantearán que pueden resolverlo todo. El texto nos entrega en nuestros tiempos una invitación a no confundirnos en el camino de la construcción del Reino, con falsos salvadores. Por el contrario, depositar toda nuestra confianza, poner nuestro corazón y esperanza en el Dios que todo lo puede, en su mensaje para el camino de la fe y la acción cristiana en la sociedad.

En nuestros días, en medio de las adversidades que nos toca vivir y les toca vivir a otras/os en nuestra sociedad y el mundo, no estamos exentas/os de poder caer en el miedo y sucumbir.

En medio de todo este contexto, Cristo vaticina también la traición, las peleas, la persecución a quienes por su Nombre vivan, es decir, quienes estén mensajeando y construyendo el Reino de Dios, y asegura que esto será una oportunidad para dar testimonio, no para esperar la protección solamente; entonces seremos dotadas/os de las palabras sabias, siendo protegidas/os con la firmeza de mantenernos en el camino para preservar la vida, esa vida en Cristo. La persecución hacia quienes siguen a Cristo en nuestros tiempos, es porque el discurso profético del Reino de Dios, que anuncia y denuncia, nos ayuda a ver con claridad dónde está la verdad y la vida, dónde debemos poner nuestras luchas, de qué lado debemos estar, y eso incomoda a los poderosos. Por ello esos mismos poderosos tratan de mostrarse como el camino que da certezas, respuestas a los problemas y las calamidades actuales, pero no las encontraremos en ellos, sino que debemos construir basados en la verdad del testimonio cristiano.

Al invitarnos a dar testimonio en este contexto controversial, difícil, de pobreza, de violencia, de negacionismo, de injusticia, de indolencia, de persecución a otros, a las minorías, a los migrantes, a las diversidades, a las mujeres, a las Iglesias, Jesús nos desafía a ser activas/os en la búsqueda del camino correcto que es mantenernos en la construcción del verdadero Reino de Dios, dar Testimonio sin miedo en nuestra sociedad, en nuestra familia, en nuestro barrio. La invitación es a ser profetas, no temer ser odiadas/os y perseguidas/os por aquello, seguir firmes con una esperanza activa y a no dejarnos seducir por otros salvadores, sino a basarnos en la sabiduría que nos da Dios para discernir y actuar.

Las adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a abandonarnos aún más a Él, a la fuerza de su Espíritu y de su gracia (Papa Francisco, Ángelus 17 de noviembre de 2013).


Fuente: Mujeres Iglesia Chile / Imagen: Pexels.

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