¡Es tiempo de levantar la mirada!

Sr. Director:

Pronto comienza la primavera, el clima es más propicio para todos. En el futuro próximo, se avizora el inicio de una nueva etapa histórica para el país: tendremos un plebiscito que definirá si los chilenos queremos o no una nueva Constitución. Aunque la «sensación térmica» parece apuntar al triunfo del apruebo.

Nuestra esperanza es que también el clima político sea propicio para todos. Que dejemos atrás toda forma de violencia y avancemos a una confrontación de ideas, todas legítimas, aunque no sean las nuestras.

No cabe duda de que la Patria no se construye a partir de hoy. Una mirada así solo podría mostrar soberbia y sectarismo. Forzar a otros a asumir las ideas propias es muy violento. La experiencia nos dice que sembrar vientos no es bueno. Para nadie. Las mayorías circunstanciales pueden imponer sus posiciones. Sí. Pero durarán tanto como el tiempo que sean mayoría. Si se lee con atención el pasado, sabemos que estas cambian bastante rápido.

Por otra parte, hacer tabla rasa respecto de nuestra historia tampoco es sabio. Se habla de escribir una Constitución sobre una página en blanco. Decimos que sí a eso. Una Constitución parchada no es buena. Podría parecerse al estilo de la casa Winchester, de San José, California. Esa que durante 38 años los carpinteros no pararon ni un día de construir. Llena de rarezas que van desde escaleras que no suben a ningún piso a habitaciones secretas o puertas detrás de las que solo hay una pared o el vacío. Porque el día que los carpinteros dejaran de construir, su millonaria dueña moriría, según le dijo una adivina.

Debe haber solo una limitación a la página en blanco, me parece: que, al momento de ponerle contenido, todos los pareceres concurran a una elevada discusión. Una Constitución debe garantizar derechos que se puedan cumplir, establecer instituciones que funcionen conforme a principios compartidos capaces de identificar a una mayoría estable. De lo contrario, el mismo día que se proclame se iniciará la campaña para modificarla.

Además de los pareceres de los constituyentes, es necesario recoger mucha sabiduría acumulada y expresada. Podrá estar lejos en la historia, pero el trabajo del Grupo de los 24 es un referente. También lo expresado por más de doscientos mil ciudadanos en los Encuentros Locales Autoconvocados de 2016, bastante más cercanos.

Interesante en este sentido es el trabajo que se realiza en el proceso de conversación, encuentro e incidencia «Tenemos que hablar de Chile», promovido por las universidades De Chile y Católica. Ambas, en conjunto —hecho relevante en sí—, están tratando de levantar la mirada.

Guillermo Sandoval

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