Informe publicado por la Alianza Global para una Banca con Valores. Llamamiento para invertir la tendencia: “Las finanzas deben dejar de invertir en guerras”.
“La guerra se alimentará a sí misma”: esta frase del historiador romano Tito Livio resulta especialmente pertinente hoy en día, en un momento en que la proliferación de guerras en todo el mundo está desencadenando una espiral aparentemente ineludible de aumento del gasto militar. Una tendencia preocupante, que en 2023 alcanzó nuevos récords, y que concierne de cerca al mundo de las finanzas: casi 1 billón de dólares (959) han sido utilizados en dos años por las instituciones financieras mundiales para apoyar la producción y el comercio de armas. Así lo denuncia el informe “Finanzas para la guerra. Finanzas para la paz”, presentado por la Global Alliance for Banking on Values (GABV), la alianza mundial de 71 bancos “éticos” que se reunió por primera vez en Italia, entre Milán y Padua, desde el 26 de febrero hasta el 1 de marzo.
“Los bancos y la industria financiera no son simples intermediarios del dinero, sino agentes críticos del cambio”, reza el prólogo del detallado informe de 32 páginas. Más de la mitad de la inversión total en la industria armamentística, más de 500.000 millones de dólares, procede de Estados Unidos. Y las 12 instituciones financieras que más invierten en la producción de armas son todas estadounidenses: una clasificación encabezada, con 92.000 millones de dólares, por el Vanguard Group. Los 15 mayores bancos europeos invirtieron 87.720 millones de euros en fabricantes de armas. Esta tendencia no es diferente a la de Asia, mientras que entre las 100 principales instituciones financieras que invierten en la industria armamentística no hay inversores de África o América Latina.
El año pasado se registró un nuevo récord de gasto en defensa: a nivel mundial se gastaron 2.240.000 millones de dólares, es decir, el 2,2% del PIB mundial, lo que supone un aumento del 9% respecto al año anterior. En este escenario, el sector financiero es muy activo: entre 2020 y 2022, apoyó a la industria de defensa con al menos 1 billón de dólares. Y la tendencia se ha agudizado con el estallido de las guerras en Ucrania y Oriente Medio, que se suman a los muchos conflictos más o menos “olvidados” que se arrastran desde Sudán a Myanmar, por citar algunos de los más sangrientos.
El año pasado se registró un nuevo récord de gasto en defensa: a nivel mundial se gastaron 2.240.000 millones de dólares, es decir, el 2,2% del PIB mundial.
El estallido de la guerra en Ucrania en febrero de 2022 disparó el valor de las acciones de las empresas armamentísticas. Un análisis del Financial Times mostró que la cartera de pedidos de nuevo armamento alcanzó niveles récord en 2022 y el primer semestre de 2023. Una tendencia que desgraciadamente aumentará a corto plazo, debido también al estallido del conflicto entre Israel y Hamás en octubre de 2023. Entre los diez valores mundiales que más han avanzado desde principios de 2024 se encuentran el fabricante alemán de municiones Rheinmetall y la empresa noruega Kongsberg.
Los bancos éticos, por su parte, van contracorriente. En una reunión celebrada en Milán, se aprobó un Manifiesto en el que se condenan todas las guerras y se pide a las instituciones financieras “mainstream” que reviertan la tendencia e inviertan en la financiación de la paz. Un llamamiento urgente, dado que el gasto militar crece exponencialmente, mientras que los recursos para servicios esenciales como escuelas y sanidad luchan por conseguirse. Un análisis de la Oficina Internacional de la Paz tradujo el coste de armamento específico en bienes y servicios sanitarios: una fragata multirol europea (Fremm) vale el salario de 10.662 médicos al año (media de los países de la OCDE); un caza F-35 equivale a 3.244 camas de cuidados intensivos y un submarino nuclear Virginia cuesta tanto como 9.180 ambulancias. La mitad de los fondos que los gobiernos de todo el mundo destinan a las fuerzas armadas bastaría para proporcionar asistencia sanitaria básica a todos los habitantes del planeta y para reducir en gran medida las emisiones de gases de efecto invernadero.
Fuente: www.vaticannews.va/es / Imagen: Pexels.