Focalizarnos

Jesús nos invita a tomar conciencia de nuestro foco, a caer en la cuenta del estatus de nuestro corazón.

Distraernos, dispersarnos de lo fundamental es siempre nuestra gran tentación. El enemigo se vale de esta gran vulnerabilidad de la condición humana para sacarnos de nuestro centro. Nuestras energías son limitadas y si hay averías morimos en el intento. En esto debemos cuidarnos los unos a los otros. La fe es una relación de confianza, una relación que moviliza la vida y la historia. El enemigo buscará siempre sembrar cizaña y desconfianza para desmovilizar. La carta a los Hebreos nos da cuenta de cómo la fe movilizó al pueblo creyente de Israel, tanto en su vida cotidiana como en la historia, en la búsqueda de una vida más digna a los ojos de Dios. Y vaya que atravesaron noches, desiertos, y cañadas oscuras, pero, aunque muchos desistieron, un resto se mantuvo fiel y focalizado, con la esperanza viva, no se resignó. «Hermanos: La fe es fundamento de lo que se espera, y garantía de lo que no se ve. Por ella son recordados los antiguos» (Hb 11,1).

Nuestro Señor Jesús, nos da en este horizonte, una clave para no desparramar, nos invita a tomar conciencia de nuestro foco, a caer en la cuenta del estatus de nuestro corazón. «Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón» (Mt 6,21). En esta hora aciaga que vivimos en Venezuela, en esta cotidianidad asaltada en la que sobrevivimos ¿Dónde está mi corazón? ¿Qué fuerza de gravedad lo atrae? ¿Está focalizado o distraído? ¿Está centrado o disperso? ¿Afrontando el desafío o huyendo? Oremos para que no nos dejemos robar la confianza, único vehículo para salir de este desierto.

Sagrado corazón de Jesús en vos confío.
Parroquia San Alberto Hurtado. Parte Alta de La Vega. Caracas-Venezuela.

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Fuente: http://revistasic.gumilla.org

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