Francisco advierte del “pesimismo espiritual” que se aleja del consuelo de Dios

El Pontífice apuesta por la ternura, “un lenguaje que no conocen los profetas de desventura”. Y recuerda a “los mártires de hoy, los trabajadores coptos en las playas de Libia, degollados”.

“Nosotros estamos apegados a este pesimismo espiritual”, que no quiere “correr riesgos” y no acepta el consuelo de la ternura de Dios, pero Él “nos consuela como las mamás que acarician a sus hijos cuando lloran”. El Papa hizo un llamamiento a “dejarnos consolar por Dios sin oponer resistencia” en su homilía de Casa Santa Marta.

En la misma, Francisco quiso recordar a “los mártires de hoy”, pensando especialmente en “los buenos trabajadores coptos en las playas de Libia, degollados – morían diciendo, ¡Jesús, Jesús!”. Y es que “el estado habitual del cristiano debe ser el consuelo. También en los momentos feos: los mártires entraban en el Coliseo cantando”, recordó. “Hay un consuelo dentro; también una alegría en el momento del martirio”.

Bergoglio incidió en que los cristianos tienen “el consuelo de la salvación”, de la buena noticia de Jesús Resucitado. “Pero nosotros no queremos correr el riesgo” y “oponemos resistencia al consuelo” como si “estuviéramos más seguros en las aguas turbulentas de los problemas”.

“Hagamos la apuesta sobre la desolación, sobre los problemas, sobre la derrota” mientras el Señor trabaja con tanta fuerza, pero encuentra resistencia. También se ve esto con los discípulos la mañana de la Pascua: “Pero yo quiero tocar y asegurarme bien”. Esto sucede porque se teme otra derrota, apuntó.

¿Y cómo consuela el Señor? “Con la ternura”, recalcó Francisco, “un lenguaje que no conocen los profetas de desventura”, una palabra “borrada de todos los vicios que nos alejan del Señor: vicios clericales, vicios de los cristianos un poco que no quieren moverse, tibios… La ternura causa temor”.

Por eso, añadió el Papa, “el Señor nos invita a dejarnos consolar por Él y esto ayuda también en la preparación a la Navidad”. Y es que “el estado habitual del cristiano debe ser el consuelo, que no es el optimismo, no: el optimismo es otra cosa. Pero el consuelo, esa base positiva… Se habla de personas luminosas, positivas: la positividad, la luminosidad del cristiano es el consuelo”.

“Que también yo me prepare a la Navidad al menos con la paz: la paz del corazón, la paz de Tu presencia, la paz que dan Tus caricias”. “Pero soy tan pecador…” – sí, ¿pero qué nos dice el Evangelio hoy? Que el Señor que consuela como el pastor, si pierde a uno de los suyos va a buscarlo, como aquel hombre que tiene cien ovejas y una de ellas se ha perdido: va a buscarla. Así hace el Señor con cada uno de nosotros. Yo no quiero la paz, yo me resisto a la paz, yo me resisto al consuelo… pero Él está en la puerta. Él llama para que nosotros abramos el corazón para dejarnos consolar y para estar en paz. Y lo hace con suavidad: llama con las caricias”. (J.B./Vatican News)

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Fuente: www.periodistadigital.com/religion

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