Francisco define a Teresa de Calcuta como “la voz orante de los pobres y de todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia”

El Papa rinde homenaje en Skopje a la “santa de los pobres”.

…Y Francisco depositó un ramo de flores, tocó la rodilla de la estatua de Madre Teresa y oró. Junto a la superiora de las Misioneras de la Caridad y otras tres religiosas, Francisco se detuvo en silencio, obviando los flashes y aplausos de los centenares de fieles que le esperaban a las puertas del Memorial de Madre Teresa de Calcuta.

En el altar de la capilla de vidrio se encuentran las reliquias de la santa, algunos objetos personales y cinco velas, que representaban a las distintas confesiones religiosas. Junto a ella, Francisco dirigió una sentida oración, en la que dio gracias a Dios “por el don de la vida y el carisma de la santa Madre Teresa”.

RECONOCIÓ EN CADA ROSTRO EL DE JESÚS

“En tu gran providencia, la has llamado a dar testimonio de tu amor entre los más pobres de la India y del mundo. Ella supo hacer el bien a los más necesitados, puesto que reconoció en cada hombre y mujer el rostro de tu Hijo”, oró el Papa, quien la definió como “la voz orante de los pobres y de todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia”.

“Te pedimos, santa Madre Teresa, madre de los pobres, tu especial intercesión y ayuda, aquí, en la ciudad de tu nacimiento, donde estaba tu casa”, recordó. “Aquí, en el silencio de la iglesia, escuchaste la llamada de Jesús a seguirlo, como religiosa, en las misiones”.

Prosiguiendo la oración, Bergoglio pidió a la santa de Calcuta: “Intercede ante Jesús para que también nosotros obtengamos la gracia de estar vigilantes y atentos al grito de los pobres, de aquellos que están privados de sus derechos, de los enfermos, de los marginados, de los últimos”.

UN CORAZÓN QUE SEPA AMAR A DIOS EN CADA HOMBRE Y MUJER

“Que Él nos conceda la gracia de verlo en los ojos de quien nos mira porque necesita de nosotros. Que nos dé un corazón que sepa amar a Dios presente en cada hombre y mujer, y que sepa reconocerlo en aquellos que están afligidos por el sufrimiento y la injusticia. Que nos conceda la gracia de ser también nosotros signo de amor y esperanza en nuestro tiempo, en el que hay tantos necesitados, abandonados, marginados y emigrantes”, pidió Bergoglio.

“Que haga que nuestro amor no sea solo de palabra, sino que sea eficaz y verdadero, para que podamos dar testimonio creíble de la Iglesia, que tiene el deber de predicar el Evangelio a los pobres, la liberación a los prisioneros, la alegría a los tristes, la gracia de la salvación a todos”, concluyó la oración.

ENCUENTRO CON LOS POBRES

Tras la oración, el Papa quiso encontrarse con el centenar de personas sin recursos atendidas por las Misioneras de la Caridad. En su saludo, la superiora de la comunidad recordó cómo madre Teresa solía decir “los pobres son grandes personas”. “Nosotros somos diferentes en nacionalidad, idioma, raza y religión. Tenemos experiencias dolorosas y molestas, pero todos estamos unidos en la esperanza, que busca la dignidad de todos los hijos de Dios”.

Tras sus palabras, tomó la palabra Sonja, en nombre del centenar de pobres con los que después se encontraría Bergoglio. Sonja fue madre soltera de una hija de tres años, llamada Emili. “Mi vida se ha vuelto del revés. Emili y yo fuimos literalmente echadas a la calle” por el padre, recalcó, señalando cómo en ese momento, “¡el Señor me ayudó!”. Las religiosas de Madre Teresa la acogieron, sin tener en cuenta que no era católica, sino ortodoxa.

ELEGÍ LA VIDA PORQUE ESTABAN CON NOSOTRAS

“Las hermanas nunca han tratado de hacerme cambiar mi fe. Nos cuidaron, nos hospedaron en su casa, nos dieron todo lo que necesitábamos. Cuando tuve que decidir si dar a luz a mi hija o abortar, elegí la vida, porque sentí, sabía que el Señor está aquí con nosotros, que nunca nos dejará, que me dará fuerzas…”, reveló. “Si las monjas no hubieran estado a nuestro lado, quién sabe qué habría sido de mi vida y la de mi hija”.

Tras los testimonios, y una breve oración, el Papa bendijo la primera piedra del que será el nuevo santuario de la Madre Teresa, y rompió el estricto protocolo para dejarse abrazar, y abrazar, por los pobres, las verdaderas piedras de la Iglesia.

ORACIÓN DEL PAPA

Dios, Padre de misericordia y de todo bien, te damos gracias por el don de la vida y el carisma de la santa Madre Teresa. En tu gran providencia, la has llamado a dar testimonio de tu amor entre los más pobres de la India y del mundo. Ella supo hacer el bien a los más necesitados, puesto que reconoció en cada hombre y mujer el rostro de tu Hijo. Dócil a tu Espíritu, ha sido la voz orante de los pobres y de todos aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Acogiendo el grito de Jesús en la cruz, «tengo sed», Madre Teresa ha calmado la sed de Jesús en la cruz, cumpliendo las obras del amor misericordioso.

Te pedimos, santa Madre Teresa, madre de los pobres, tu especial intercesión y ayuda, aquí, en la ciudad de tu nacimiento, donde estaba tu casa.

Aquí recibiste el don del nuevo nacimiento en los sacramentos de la iniciación cristiana. Aquí escuchaste las primeras palabras de la fe en tu familia y en la comunidad de los fieles. Aquí comenzaste a ver y a conocer a los necesitados, a los pobres y a los pequeños. Aquí aprendiste de tus padres a amar a los más necesitados y a ayudarlos. Aquí, en el silencio de la iglesia, escuchaste la llamada de Jesús a seguirlo, como religiosa, en las misiones.

Desde aquí te pedimos: intercede ante Jesús para que también nosotros obtengamos la gracia de estar vigilantes y atentos al grito de los pobres, de aquellos que están privados de sus derechos, de los enfermos, de los marginados, de los últimos. Que Él nos conceda la gracia de verlo en los ojos de quien nos mira porque necesita de nosotros. Que nos dé un corazón que sepa amar a Dios presente en cada hombre y mujer, y que sepa reconocerlo en aquellos que están afligidos por el sufrimiento y la injusticia. Que nos conceda la gracia de ser también nosotros signo de amor y esperanza en nuestro tiempo, en el que hay tantos necesitados, abandonados, marginados y emigrantes. Que haga que nuestro amor no sea solo de palabra, sino que sea eficaz y verdadero, para que podamos dar testimonio creíble de la Iglesia, que tiene el deber de predicar el Evangelio a los pobres, la liberación a los prisioneros, la alegría a los tristes, la gracia de la salvación a todos.

Santa Madre Teresa, ruega por esta ciudad, por este pueblo, por su Iglesia y por todos los que quieren seguir a Cristo, Buen Pastor, como discípulos suyos, realizando obras de justicia, de amor, de misericordia, de paz y de servicio, como Él que vino no para ser servido sino para servir y dar la vida por muchos, Cristo nuestro Señor. Amén.

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Fuente: www.religiondigital.org

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