Gaudete et Exsultate. Sobre el llamado a la santidad en el mundo actual

El Papa Francisco responde a sus críticos, y a las voces catastrofistas, diciendo que el llamado a acoger al extraño “no es una noción inventada por algún Papa, o una moda pasajera”. Acoger a refugiados e inmigrantes es acoger a Cristo mismo; apartarse del extraño es apartarse del llamamiento a la santidad.

El Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) celebra la reciente exhortación apostólica del Papa Francisco, Gaudete et Exsultate, “Alegraos y Regocijaos”. El Papa Francisco nos recuerda que debemos alegrarnos y regocijarnos porque Jesús nos ha llamado a todos a ser santos: ser hombres y mujeres de Dios, ser hombres y mujeres para los demás.

Los signos de santidad para el Papa Francisco no solo se encuentran en el amor a Dios, sino en el amor al prójimo: no se puede pretender vivir una vida cristiana sin trabajar activamente por el bien de nuestros semejantes. El Papa Francisco llega incluso a citar a Santo Tomás de Aquino para argumentar que “las obras de misericordia con el prójimo” muestran nuestro amor por Dios más que los actos de culto.

La santidad es práctica y alcanzable. Se encuentra y se vive en la vida cotidiana, y a menudo en los pacientes esfuerzos que a diario marcan la vida de la gente común: “En los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo… en los de la puerta de al lado, aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”.

Cuando el Papa Francisco continúa hablando de los migrantes como “aquellos hermanos y hermanas nuestros que arriesgan sus vidas para ofrecerles un futuro a sus hijos”, claramente tiene la intención de que consideremos a esos inmigrantes como santos, debido al inmenso amor que profesan a sus hijos. Además, dice que nuestras propias pretensiones de santidad, de vivir la vida cristiana, deben juzgarse por la forma en que tratamos a estos inmigrantes, a los pobres, a las víctimas de la trata de personas, a los abandonados, a los rechazados: “No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia”.

El Papa Francisco insiste en que la situación de los inmigrantes no es un tema secundario para los cristianos en referencia a asuntos bioéticos “serios” como el aborto. Cita el evangelio de Mateo, que nos llama a recibir al forastero porque, al hacerlo, le damos la bienvenida a Jesús, y nos recuerda que este llamado a acoger al extraño subyace en las raíces de nuestra fe: “No maltratarás ni oprimirás al emigrante, pues emigrantes fuisteis vosotros en la tierra de Egipto” (Éxodo 22:21). “Si un emigrante reside con vosotros en vuestro país, no lo oprimiréis. El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto” (Levítico 19: 33-34).

El Papa Francisco siempre ha mostrado una profunda preocupación por los refugiados y los migrantes, y ha sido criticado en algunos círculos por ser “ingenuo” sobre los riesgos de la migración masiva. En Gaudete et Exsultate responde a sus críticos, y a las voces catastrofistas, diciendo que el llamado a acoger al extraño “no es una noción inventada por algún Papa, o una moda pasajera”. Acoger a refugiados e inmigrantes es acoger a Cristo mismo; apartarse del extraño es apartarse del llamamiento a la santidad.

— Enlace al texto completo de la exhortación, haz clic aquí (disponible en diferentes idiomas).

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Fuente: http://es.jrs.net

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