Gobierno español y Cataluña: callar cuando es el momento de hablar

Ni Rajoy ni Puigdemont parecen visualizar el túnel en el que se meten, callando cuando es la hora de hablar, negociando cuando es la hora de mostrar cordura, dialogando cuando es la hora de buscar puntos comunes entre dos realidades que participan de la misma historia.

Las crisis son los momentos en que aparece la verdadera estatura política de los líderes políticos. Buscar caminos transitables en medio de intereses divergentes es el ejercicio más propio de este arte. La situación de tensión entre el Gobierno de España y el de Cataluña no escapa a esta constatación, y la confirma.

En la sustancia, el jefe de gobierno español, Mariano Rajoy, y el catalán, Carles Puigdemont, en poco o nada han avanzado en estos días para instaurar un diálogo que permita afrontar las diferencias existentes. Rajoy sigue apelando exclusivamente al peso de la ley; Puigdemont la sigue soslayando. Desde Madrid se ha centrado el discurso en que el líder catalán debía aclarar si declaró o no la independencia, como si lo importante en este momento fuera asegurar que no se llegó a tanto, pero sin dar señales de querer dialogar sobre el complejo problema. Por el contrario, se ha avisado que, en caso de declararse la independencia, se aplicaría la Constitución para disolver el Parlamento catalán y llamar a nuevas elecciones. Desde Barcelona hubo un discurso que recién hoy ha aclarado que no se declaró la independencia pero que los legisladores (de mayoría independentista) lo harían si sigue la actitud represiva de Madrid. La tensión no podría ser mayor, ya hubo arrestos de líderes catalanes.

Este choque institucional ha incrementado la incertidumbre general. El hecho es que no se tiene a ciencia cierta una idea clara de si la mayoría de los catalanes está a favor o no de la independencia. No parece tener mucho sentido separarse si no hay por lo menos una muy amplia mayoría a favor. Decisiones de este tipo suponen un nuevo pacto social que no puede dejar dudas de la voluntad de la gran parte de los ciudadanos.

Por tanto, ¿tiene sentido avanzar en ello sabiendo que quizás hay un 40% o más de ciudadanos en contra? La primera señal de esta incertidumbre ha sido la salida de unas 800 empresas de Cataluña, entre ellas prácticamente casi todos los bancos. Al mismo tiempo, ¿tiene sentido avanzar solo con el discurso de la aplicación de la ley sabiendo que hay una mayoría o una parte muy sustancial de catalanes descontentos con el régimen de autonomía aplicado hasta ahora?

Ni Rajoy, en esto secundado por el opositor partido socialista español, ni Puigdemont parecen visualizar el túnel en el que se meten, callando cuando es la hora de hablar, negociando cuando es la hora de mostrar cordura, dialogando cuando es la hora de buscar puntos comunes entre dos realidades que participan de la misma historia.

Paradógicamente, los dos líderes sufren de la misma falta, además de no dar signos de estar a la altura de las circunstancias, la incapacidad de asumir la diversidad: uno defendiendo el Estado unitario sin preocuparse por una diversidad local, otro defendiendo su interés local, pero sin asumir la importancia de bienes comunes más amplios que los de su entorno.

La política no es solo decidir desde la fuerza de una mayoría, sino mantener un oído puesto en las inquietudes de las minorías y seguir buscando equilibrios.

_____________________
Fuente: http://ciudadnueva.com.ar

ARTÍCULOS RELACIONADOS

logo

Suscríbete a Revista Mensaje y accede a todos nuestros contenidos

Shopping cart0
Aún no agregaste productos.
Seguir viendo
0