Días después del golpe militar, el arzobispo de Yangon y presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar hace un llamamiento al pueblo birmano “a no ceder a la tentación de la violencia”, y pide a los sanitarios que sigan prestando sus servicios al pueblo y abandonen la “desobediencia civil”.
“La paz es posible. La paz es el único camino y la democracia, es la luz de este camino”. Con estas palabras termina el sentido mensaje que dirigió ayer el cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangon y presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar, a días del golpe militar que depuso a Aung San Suu Kyi el 1 de febrero. El mensaje se dirige a todos: al pueblo de Myanmar, al ejército birmano, a los dirigentes de la Liga Nacional para la Democracia (LND) que volvieron a salir victoriosos en las elecciones del pasado noviembre, a la propia San Suu Kyi y al Presidente de la República Win Myint, pero también a la comunidad internacional.
El llamamiento al pueblo birmano es a la calma y a no ceder a la tentación de la violencia: “Ya hemos derramado suficiente sangre. Siempre hay formas no violentas de expresar nuestras protestas. Incluso en este momento difícil, creo que la paz es el único camino, la paz es posible”, escribe el Cardenal. El mensaje hace un llamamiento, en particular, a los trabajadores sanitarios que se han sumado a una campaña de desobediencia civil y boicot en señal de protesta para que sigan prestando sus servicios en los hospitales y no abandonen al pueblo birmano, especialmente en este momento de emergencia de Covid-19.
Por tanto, el arzobispo de Yangon se dirige al ejército birmano, prometiendo más democracia y elecciones multipartidistas dentro de un año, tras una investigación sobre un supuesto fraude electoral atribuido a la Liga Nacional para la Democracia. Señalando que el conflicto podría haberse resuelto con un diálogo mediado por observadores independientes, el cardenal Bo pide que “a las palabras sigan los hechos” y, sobre todo, que no haya violencia contra el pueblo de Myanmar. En cuanto a los detenidos tras el golpe, el mensaje pide su liberación inmediata: “No son prisioneros de guerra, son prisioneros de un proceso democrático. Si prometes democracia, empieza por su liberación y el mundo te entenderá”. A continuación, el Cardenal expresa su solidaridad con Aung San Suu Kyi rezando para que pueda volver pronto con su pueblo.
Por último, el llamamiento a la comunidad internacional a la que el cardenal Bo pide que no recurra a las sanciones, que —dice— corren el riesgo de “colapsar la economía, arrojando a millones de personas a la pobreza”. La única forma de salir de la crisis —subrayó— es comprometer a los actores políticos en la reconciliación. El presidente de los obispos birmanos concluye con un nuevo llamamiento a resolver todas las disputas mediante el diálogo.
El Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y la Conferencia Cristiana de Asia (CCA) lanzaron ayer un llamamiento a favor de un “diálogo constructivo que conduzca a la paz y la reconciliación” y a la restauración de la democracia en Myanmar, y en una carta pastoral conjunta expresaron su gran preocupación por los recientes acontecimientos en el país asiático y su solidaridad en la oración con las iglesias birmanas.
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Fuente: www.vaticannews.va