Ojalá los cristianos descubramos que lo nuestro no va de ideologías, es mucho más profundo, y mucho mejor. Lo nuestro solo va de la fraternidad del Evangelio llevado hasta el final: con obras, con ideas y con palabras.
En esta tensión nos encontramos muchos cristianos, principalmente en nuestra mirada sobre determinados temas sociales, políticos y morales. Sencillamente porque estamos en el mundo, y formamos parte de él. Y es que, lo queramos o no, las ideologías nos intentan ubicar en un sitio o en otro. Y su modo de ver la realidad nos lleva a polos enfrentados, donde tienes que ser de izquierdas o de derechas, y normalmente es otro el que te dice donde debes estar. Sin embargo, como cristianos, nos damos cuenta en seguida que no podemos estar totalmente de acuerdo con unos y con otros, ni totalmente en desacuerdo con unos ni con otros, es el riesgo de estar en la frontera. Y si no, algo falla.
Y quizás aquí radica nuestro punto de apoyo. Como cristianos, nuestro asidero no está en las ideologías que nos marcan lo que tenemos que opinar. Nuestro criterio se basa en la Doctrina Social de la Iglesia, basado en la Biblia y en el Magisterio y la Tradición, un marco tan rico como desconocido que nos ayuda a observar la realidad social desde Dios, que nos sigue interpelando. Que nos señala el valor infinito de la dignidad humana —desde el inmigrante que cruza el mar hasta el no nacido— y la necesidad de proteger el bien común en todas sus formas. Que defiende la opción preferencial por los pobres, el destino universal de los bienes, el principio de subsidiaridad y de relación. Que nos invita, a mirar el mundo con misericordia, con fe, con verdad y con amor, y a seguir apostando por él.
Como cristianos, nuestro asidero no está en las ideologías que nos marcan lo que tenemos que opinar.
Esta es la frontera de las no fronteras. No porque no sean necesarias —que deben existir, seamos realistas—, sino para tener una aspiración donde las fronteras no sean tan fronteras. Un mundo donde exista la paz para todos, sin excepción. No obstante, para que haya esa paz, antes debe haber justicia social, porque este es el único camino, y de lo contrario estaremos brindando al sol y celebrando la victoria antes de que acabe el partido.
Ojalá los cristianos descubramos que lo nuestro no va de ideologías, es mucho más profundo, y mucho mejor. Lo nuestro solo va de la fraternidad del Evangelio llevado hasta el final: con obras, con ideas y con palabras. Esta es la bandera que debemos enarbolar, que nadie nos la intente colar.
Fuente: https://pastoralsj.org / Imagen: Pexels.